Aquellos fueron años de extrema penuria y calamidad; es como si el Universo entero nos quisiera castigar por tanta estupidez.
Sobrevivimos gracias a la leche de las vacas; se la dabamos hasta a los perros, cerdos, gatos y es que como no había carretera no se vendia la leche.
Cuando el centeno estaba a punto de segar, caia una tormenta de pedrisco y lo tumbaba todo. Otras veces no llovia. Se sacaban los Santos en procesiones haciendo Rogativas para que lloviera. Se morian los cerdos, muchas vacas.
Nevaba mucho, no teniamos ropa adecuada, ni dinero, en fín una miseria.
Habia un maestro que les explicaba a los niños sobre el sistema monetario; les decía: los hay de cinco, de veinte, de cien y dicen que los hay de mil.
Sobrevivimos gracias a la leche de las vacas; se la dabamos hasta a los perros, cerdos, gatos y es que como no había carretera no se vendia la leche.
Cuando el centeno estaba a punto de segar, caia una tormenta de pedrisco y lo tumbaba todo. Otras veces no llovia. Se sacaban los Santos en procesiones haciendo Rogativas para que lloviera. Se morian los cerdos, muchas vacas.
Nevaba mucho, no teniamos ropa adecuada, ni dinero, en fín una miseria.
Habia un maestro que les explicaba a los niños sobre el sistema monetario; les decía: los hay de cinco, de veinte, de cien y dicen que los hay de mil.