EL CASTILLO
Al noroeste de León siguiendo la carretera que surca el valle de Omaña y hasta Caboalles llega, como a mitad del camino cerca del pueblo de Vega, en una fértil llanura se alza una prominencia, se encuentra ya derruida una antigua ciudadela, que al ejercito romano le sirvió de fortaleza. Aún se llama El Castillo aunque en rigor no lo sea, pues solo ruinas y escombros como recuerdos sostenta de aquellos tiempos antiguos cuando España estaba en guerra, luchando co valentía contra la invicta grandeza, de las legiones romanas que dominaron la tierra. Al pié del airoso cerro donde El Castillo se eleva, mezclando su agua dos ríos El Órbigo y El Arienza, que arrastra pepitas de oro entre sus blancas arenas y al rozar en los cimientos de aquella mole de piedra, diz que apagan sus rumores y dicen en voz secreta: Aquí nos quitó el romano las más preciosas riquezas por nosotros recogidas en las faldas de la sierra. Y mientras pasan fugaces las ondas por la ribera, allá dentro de Castillo suena una voz lastimera que se extiende por los valles y repercute en las cuestas, son los viejos paredones que aún levantan la cabeza y gritan con triste acento a las vecinas aldeas: fuimos Castillo arrogante pero vez lo que nos queda.....; Oh que pronto se derrumba todo la humana grandeza;
Viajero si eres curioso y la historia te interesa, en un grupo de casitas que el pueblo llama Las Ventas y parecen los guardianes de la vieja fortaleza, no faltará quien te cuente sucesos de antiguas épocas y anécdotas olvidadas tan curiosas como ésta. pero has de venir conmigo al pueblo de Manzaneda donde he de contarte cosas que no parecen leyendas.
Al noroeste de León siguiendo la carretera que surca el valle de Omaña y hasta Caboalles llega, como a mitad del camino cerca del pueblo de Vega, en una fértil llanura se alza una prominencia, se encuentra ya derruida una antigua ciudadela, que al ejercito romano le sirvió de fortaleza. Aún se llama El Castillo aunque en rigor no lo sea, pues solo ruinas y escombros como recuerdos sostenta de aquellos tiempos antiguos cuando España estaba en guerra, luchando co valentía contra la invicta grandeza, de las legiones romanas que dominaron la tierra. Al pié del airoso cerro donde El Castillo se eleva, mezclando su agua dos ríos El Órbigo y El Arienza, que arrastra pepitas de oro entre sus blancas arenas y al rozar en los cimientos de aquella mole de piedra, diz que apagan sus rumores y dicen en voz secreta: Aquí nos quitó el romano las más preciosas riquezas por nosotros recogidas en las faldas de la sierra. Y mientras pasan fugaces las ondas por la ribera, allá dentro de Castillo suena una voz lastimera que se extiende por los valles y repercute en las cuestas, son los viejos paredones que aún levantan la cabeza y gritan con triste acento a las vecinas aldeas: fuimos Castillo arrogante pero vez lo que nos queda.....; Oh que pronto se derrumba todo la humana grandeza;
Viajero si eres curioso y la historia te interesa, en un grupo de casitas que el pueblo llama Las Ventas y parecen los guardianes de la vieja fortaleza, no faltará quien te cuente sucesos de antiguas épocas y anécdotas olvidadas tan curiosas como ésta. pero has de venir conmigo al pueblo de Manzaneda donde he de contarte cosas que no parecen leyendas.