LA MAGDALENA: Debajo de las tejas de la casa de la tía Raimunda y...

Debajo de las tejas de la casa de la tía Raimunda y de Andrés, por el lado del monte, guardábamos los paquetes de tabaco que yo mangaba de mi casa y cuya falta traía de cabeza a mi hermana Fini y a mis padres, que no sabían cómo desaparecía el tabaco. Entre las tejas guardábamos también algunos trozos de chocolate que llevaban los demás para quitar el olor de los cigarrillos que fumábamos a escondidas antes y después del rosario. Como teníamos poco tiempo a veces los fumábamos de dos en dos y cuando empezaban a tocar las campanas bajábamos corriendo por la calleja de detrás de la iglesia para llegar a tiempo. No voy a decir quienes éramos los fumadores habituales, pero en una ocasión después del rosario invitamos a alguno de los hijos de los Lorenzana a fumar pero no les dimos chocolate porque de eso teníamos menos que tabaco. Eso fue nuestra perdición, pues al llegar a su casa y dar un beso a sus padres como tenían por costumbre, les olieron el tabaco y ellos cantaron. La noticia corrió como la pólvora y llegó a oídos de mi padre que me arregló el trasero con una silla. Desde aquella se acabó el tabaco hasta que cumplí los 20 años.