FOLLOSO: Hace unos días escuché a Josep Martí Gómez relatar...

Hace unos días escuché a Josep Martí Gómez relatar una fábula moderna que él había oído por tierras de Galicia. Y la traía al hilo de la cantidad de mierda que hay en este país nuestro, relacionado sobre todo, por el lambrionazgo y raposeo que hay con relación a lo público. Por todas partes hay comisiones, facturas falsas, pelotazos de engorde, recalificaciones, tráfico de influencias, impuestos revolucionarios o de los otros, evasión de impuestos, Andorras, Suizas, Barbados, recortes, tijeretazos, navajazos, adelgazamiento de Estado, de Servicios, de salarios de indemnizaciones, prevaricaciones, cohechos propios e impropios, trajes, cursillos, bolsos, relojes, autos, Eres. Yo que sé. ¡Mierda, mucha mierda! y no es que alguien cercano esté estrenando un espectáculo y se la desee. No, es lo común en nuestro devenir cotidiano.

Martí Gómez es un periodista, de esos de raza, de aquellos de películas de blanco y negro y máquina de escribir con las letras voladoras y la cinta a dos colores y los papeles de calco. Un sabueso de la noticia. Un reportero. Un analista. Un conocedor de la realidad y los personajes que la pueblan, la dominan y a veces la trasforman en su provecho. Un mago de la entrevista. Una institución en el mundo de la prensa.

Nació en el 37 del siglo pasado en una ciudad en alto (Morella), en el Maestrazgo, con mucha historia y mucha defensa. Allí he visto piernas de cecina de vacuno como sólo había visto en mi tierra leonesa. Soy de la teoría que como era una ciudadela amurallada y casi inespugnable tendrían sus habitantes que estar mucho tiempo incomunicados y así aprendieron a cultivar las sazones de caza y otros animales.
Llegó a Barcelona al Correo Catalán de la mano de Josep María Huertas Cavería para una plaza de confeccionador. Le pidió ayuda para salir del Mediterráneo de Castellón, dónde había estado bien y hacía pinitos como entrevistar a Raimon o a Juan Antonio Bardem. Pero cuando el referéndum de la monarquía, el director le envió con un taxi a dar una vuelta por los pueblos a ver que ambiente se respiraba. Volvió el bueno de Pepín, por aquellos tiempos le llamaban así, con el zurrón lleno. Le explicó al director, una buena persona y muy trabajador, que un alcalde pasaba por la cola de votantes a ver si todos llevaban la papeleta del Sí para que no hubiese ninguna confusión. En otro, otro alcalde le explicó que una viuda se le había acercado y le había explicado que en vida su marido siempre le daba la razón a Franco y que le sabría mal no votar; el alcalde permitió que votara el muerto. El director del diario le dijo que eran historias muy interesantes pero que no se iban publicar. Lo vio tan hundido que a la noche antes de marchar, el director se acercó a la su mesa y dándole una palmada en la espalda, le dijo: " Lo siento Pepín". Y lo sentía sinceramente.

La fábula que escuché a Josep Martí Gómez es la siguiente:

Pacía una vaca en un prado y al mismo tiempo que veía acercase una raposa, vio como caía de su nido un desplumado pajarín. Muy maternal la vaca, orientó su trasera hacia el desvalido pajarín, levantó a media hasta la cola, encorvó el espinazo y soltó una gran "moñica" caliente y redonda como una hogaza salvadora encima del pajarín para ocultarselo a la "lambriona" raposa. El pajarín empezó a decir pío, pío, pío. Alertada la raposa escarbó entre la moñica, cogió el pajarín con sus dientes, se acercó a la fuente y cuando estuvo limpio se lo zampó en un plis plas y silenciosa, siguió su camino.

M o r a l e j a:

1-. No todos los que te cubren de mierda son tus enemigos.

2-. No todos los que te la limpian son tus amigos.

3-. Mientras estés cubierto de mierda no digas ni pío.

Un abrazo.


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