en una mañana, gelida, de invierno cuando la niebla no levanta por el frio y los arreboles se ponen en las mejillas coloreándolas, y las mujeres se afanan en las cocinas, el olor a leña y a carbon, en la aldea despierta un sol timido y blanquecino y los hombres salen a la tarea de dar de comer a los animales en el pesebre, en ese establo con olor a hierba seca, a vaho de animal y a olor de manzamas guardadas entre paja, el niño llora por no lavarse con el agua helada, la madre lo calma con ese agua calentada en la calderilla de la cocina, el olor a achicoria recién hecha a leche recien ordeñada y a pan en sopas, en cazuela de barro, traida con otras herramientas y demás utensilios de cocina por ese buhonero que vá de pueblo en pueblo ofreciendo su mercancia, y arropado con su manta recorre caminos y sendas cubiertas de escarcha y fondas con sabor a aguardiente......