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CANALES: Aquí dejé a estas muchachas...

Aquí dejé a estas muchachas
yéndome de “correndera”
a ocultarme en un rincón
desde el que escuchar pudiera
a un chaval y chavala
de unas quince primaveras,
que por primera vez se hablan
mejor dicho, que cortejan.
En un hueco que existía
en un gran montón de leña
me acomodé como pude
esperando a la pareja.
Cinco minutos después
los tenía en mi presencia
poniéndome frente a frente
al pié y de mi tan cerca
que me vi comprometido
para que no dieran cuentan
me sostuve cuanto pude
escuchando este dilema:
- ¿Te acuerdas de aquellos tiempos
que íbamos por las praderas
atropando castañuelas,
lecheritas y acederas
y que hacíamos casinas
siendo tu prima la suegra
yo el padre y tu la madre
y tu hermana cocinera?
- ¡No me he de acordar, por Dios
y aquel recuerdo me apena
- A mi me produce gozo
- Aunque digas lo que quieras
ese gozo es momentáneo
luego se torna en tristeza
- Pues a olvidar lo pasado
te lo dice quien te aprecia
y quien ama a una mujer.
- Gustaría conocerla
- Esa mujer a quien amo
aquí la tengo a mi vera.
Yo que hacía rato tenía
en la nariz picadura
solté un fuerte estornudo
que sorprendí a la pareja
Al mismo tiempo que salgo
lo mismo que una centella
maldiciendo el estornudo
y diciendo ¡maldito sea!
Por poco en qué compromiso
me pone y en qué vergüenza.
Mas no he de ocultar, lector
que sin duda, a consecuencia
del frío que allí pasé
sentí en el cuerpo influencia
tomar incremento el vientre
y era tan fuerte rugidera
que no tuve otro remedio
que volverme de “culera”
y bajando los calzones
allí vaciar la talega…
El parto fue muy feliz
sin funestas consecuencias
sólo el tubo digestivo
(y con perdón dicho sea)
quedó un poquito ulcerado
por la mucha violencia
conque salió sla mole
soltando a diestra y siniestra
infinidad de chispazos
que me hicieron la “puñeta”

II
Decía la tía Colasa,
mujer experta y sabionda,
que las tonadas antiguas
y casi todas las rondas
tenían “refulladero”
y no como las de ahora
que sin su refulladero
no satisfacen ni chocan
Cosa parecida ocurre
con las populares coplas
que sin segunda parte
no satisfacen ni chocan.
Y dicho lo que antecede
prosigo, lector, mi obra.
Cuando en la primera parte
me ocupaba de las mozas,
ya decía de qué modo
se valían y qué moda
se daban para engañar
a sus padres las gachonas.
Desde tiempo inmemorial
y por costumbre remota,
se reúnen por la noche
sin que falte ni una sola.
En la velada por ver
si bien “comparan y entonan”
ensayan tones y versos,
mientras hilan las mazorcas.
Poco antes de Navidad
por la noche voy de ronda
a las del Carmen tocaba
en casa de tía Flora,
a donde yo me dirijo,
y astuto como un zorra,
me metí para escucharlas
con sigilo en una alcoba
Allí vi por la rendija
de la puerta a una señora
que hilaba con gran codicia
una rocada de estopa.
... sigue