El tiempo detenido
Mi perra está esperando; acabo de llegar del trabajo y sabe que es la hora del paseo. Quizás la rutina o lo que siento nos llevan al mismo lugar todos los días. Zara, mi setter irlandés, corre delante; yo subo despacio la cuesta, que está llena de piedras sueltas. Las heladas del invierno han levantado todo el asfalto.
La perra salta entre la hierba alta y seca del estío: parece un rayo de sol del atardecer que se mueve entre el amarillo del campo. Una vacas tumbadas dormitan a la sombra de unos fresnos; ni se inmutan a nuestro paso. Las zarzas, que están llenas de moras, invitan a comerse alguna. Mis manos se tiñen de negro azulado; le lanzo una a Zara, la atrapa al vuelo y la deja en el suelo. No le gusta el sabor, pero le encanta el juego de atraparlas en el aire.
Sigo caminando. La perra ya no se ve. Me está esperando a la puerta, se coloca a mi lado, entramos y me siento a la sombra de un ciprés que protege del sol a una Virgen de piedra blanca con el rostro muy dulce y sereno. Nada se escucha ni se mueve: es como si todo estuviera muerto para hacer compañía a los que allí descansan. Sumergirse en esa quietud es como desaparecer, no sentir nada ni ser nadie.
El tiempo ha pasado; el silencio se ha roto por el canto del cuco en el cercano monte; las líneas rectas que forman los panteones se alejan de mí, rotas por ese monstruo de color grisáceo que parece un murciélago con las alas extendidas. Junto a él, una tumba de tierra con una cruz de hierro desconchada y con óxido: el tiempo se ha detenido en ella y se resiste a desaparecer.
La tarde va muriendo; se levanta un ligero viento que trae el perfume de un rosal que está al fondo, junto a la caseta de las autopsias, hoy casa de herramientas sin herramientas: hace tiempo que nadie siega la hierba ni poda los árboles. Un jarrón con flores de plástico, que no se sabe de qué color fueron, yace caído en un panteón de mármol granate. Más allá, unas flores naturales se doblan, mustias, en un búcaro de cristal que no contiene ni una gota de agua.
Mi perra corre detrás de una lagartija que se ha metido en una rendija de la tapia que rodea el cementerio. El sol, que se está ocultando, tiene el color rojo de la sangre. Nos vamos. Cierro la puerta. Se escucha el susurro del viento entre las hojas verdes-terciopelo de los robles, el tañir de los cencerros de las vacas que están pastando, el griterío de los niños jugando al balón en la era, una radio que ameniza la entrada de la noche con una canción española y, a lo lejos, el llanto de un bebé.
En la noche se mezcla el perfume del celindo, de las lilas y de las rosas con el olor de las sopas de ajo que se escapan de alguna ventana entornada. Al fin, llegamos a casa, que nos espera con las luces encendidas y la puerta abierta.
María Luisa Blanco
Mi perra está esperando; acabo de llegar del trabajo y sabe que es la hora del paseo. Quizás la rutina o lo que siento nos llevan al mismo lugar todos los días. Zara, mi setter irlandés, corre delante; yo subo despacio la cuesta, que está llena de piedras sueltas. Las heladas del invierno han levantado todo el asfalto.
La perra salta entre la hierba alta y seca del estío: parece un rayo de sol del atardecer que se mueve entre el amarillo del campo. Una vacas tumbadas dormitan a la sombra de unos fresnos; ni se inmutan a nuestro paso. Las zarzas, que están llenas de moras, invitan a comerse alguna. Mis manos se tiñen de negro azulado; le lanzo una a Zara, la atrapa al vuelo y la deja en el suelo. No le gusta el sabor, pero le encanta el juego de atraparlas en el aire.
Sigo caminando. La perra ya no se ve. Me está esperando a la puerta, se coloca a mi lado, entramos y me siento a la sombra de un ciprés que protege del sol a una Virgen de piedra blanca con el rostro muy dulce y sereno. Nada se escucha ni se mueve: es como si todo estuviera muerto para hacer compañía a los que allí descansan. Sumergirse en esa quietud es como desaparecer, no sentir nada ni ser nadie.
El tiempo ha pasado; el silencio se ha roto por el canto del cuco en el cercano monte; las líneas rectas que forman los panteones se alejan de mí, rotas por ese monstruo de color grisáceo que parece un murciélago con las alas extendidas. Junto a él, una tumba de tierra con una cruz de hierro desconchada y con óxido: el tiempo se ha detenido en ella y se resiste a desaparecer.
La tarde va muriendo; se levanta un ligero viento que trae el perfume de un rosal que está al fondo, junto a la caseta de las autopsias, hoy casa de herramientas sin herramientas: hace tiempo que nadie siega la hierba ni poda los árboles. Un jarrón con flores de plástico, que no se sabe de qué color fueron, yace caído en un panteón de mármol granate. Más allá, unas flores naturales se doblan, mustias, en un búcaro de cristal que no contiene ni una gota de agua.
Mi perra corre detrás de una lagartija que se ha metido en una rendija de la tapia que rodea el cementerio. El sol, que se está ocultando, tiene el color rojo de la sangre. Nos vamos. Cierro la puerta. Se escucha el susurro del viento entre las hojas verdes-terciopelo de los robles, el tañir de los cencerros de las vacas que están pastando, el griterío de los niños jugando al balón en la era, una radio que ameniza la entrada de la noche con una canción española y, a lo lejos, el llanto de un bebé.
En la noche se mezcla el perfume del celindo, de las lilas y de las rosas con el olor de las sopas de ajo que se escapan de alguna ventana entornada. Al fin, llegamos a casa, que nos espera con las luces encendidas y la puerta abierta.
María Luisa Blanco
precioso maria luisa tu relato.
Gracias, tu tambien estas en casa
como veo que estoy solita os desep buenas noches a todos y mañana será otro dia
! ehhh muchachos donde estais?
Hola Fermi, veo que te vas
hola emilio? que tal no me he ido os escribia una poesia para entretenerme
Los tgertulianos deben de estar con el recuento de votos
! Como hay tantos... ¡de tertulianos, digo. No de votos jajaja
! Como hay tantos... ¡de tertulianos, digo. No de votos jajaja
es que están todos de interventores jaja
Pues hoy no han tenido mucho trabajo, que digamos.....