AL MESÓN RIO LUNA.
Hubo en mi pueblo un lugar singular de quedadas, vinoteos, comidas, cenas y demás festines. Punto de encuentro con denominación de origen. Lugar de encuentros, de vida social en su más pura esencia.
Fueron cuarenta años de nada, los que grabaron en mi vida recuerdos imborrables que siempre llevaré conmigo.
Ahora, cuando paso por el lugar, delante de sus puertas con un cartel de “cerrado”, vienen sin remediar a mi mente, recuerdos de aquellos domingos de verano con vinoteos de juventud al salir de misa, despedidas de soltero de ilustres del lugar, con “rastros” incluidos. Vino fervido bebido “a morro” en jarra compartida, mientras una buena “resbaleta” en la misma carretera, con sus respectivos “sapazos” (….pero que listos nos levántabamos cuando visítabamos el suelo, se reían todos, menos el que se caia), amenizaban el deleite de aquellos veinte años recién cumplidos, entre hielo y nieve de inconfundibles crudos inviernos. Matamos judios en Semana Santa, antes de subir a la Iglesia a la hora santa. Cenas con Ascuca, siete abundantes platos de carne guisada, mientras D. Juan, el cura, ponía en duda si era gula…………….. Luego la vida nos dejó hacernos mayores, llegó el Calecho y con él, más comidas, cenas con cánticos y baile, carnavales, navidades………………. Puerto de Vigo, puerto de Vigo y a Santiago voy caminito, caminando……….. Veladas de aquellos socios con sus respectivas, cubatas, algún que otro chocolate………… se nos echaba la noche encima y en alguna, según nos íbamos a dormir, tuvo cerco la luna…………………….
Después de todo lo anterior, que nos quiten lo bailado, lo comido y lo disfrutado, pero confieso que en estos momentos me siento huérfano de un mesón, que durante cuarenta años, formó parte de mi vida. El pueblo sin él, nunca será lo mismo. Por eso y por mucho más, mil gracias PEPIN ¡.
Hubo en mi pueblo un lugar singular de quedadas, vinoteos, comidas, cenas y demás festines. Punto de encuentro con denominación de origen. Lugar de encuentros, de vida social en su más pura esencia.
Fueron cuarenta años de nada, los que grabaron en mi vida recuerdos imborrables que siempre llevaré conmigo.
Ahora, cuando paso por el lugar, delante de sus puertas con un cartel de “cerrado”, vienen sin remediar a mi mente, recuerdos de aquellos domingos de verano con vinoteos de juventud al salir de misa, despedidas de soltero de ilustres del lugar, con “rastros” incluidos. Vino fervido bebido “a morro” en jarra compartida, mientras una buena “resbaleta” en la misma carretera, con sus respectivos “sapazos” (….pero que listos nos levántabamos cuando visítabamos el suelo, se reían todos, menos el que se caia), amenizaban el deleite de aquellos veinte años recién cumplidos, entre hielo y nieve de inconfundibles crudos inviernos. Matamos judios en Semana Santa, antes de subir a la Iglesia a la hora santa. Cenas con Ascuca, siete abundantes platos de carne guisada, mientras D. Juan, el cura, ponía en duda si era gula…………….. Luego la vida nos dejó hacernos mayores, llegó el Calecho y con él, más comidas, cenas con cánticos y baile, carnavales, navidades………………. Puerto de Vigo, puerto de Vigo y a Santiago voy caminito, caminando……….. Veladas de aquellos socios con sus respectivas, cubatas, algún que otro chocolate………… se nos echaba la noche encima y en alguna, según nos íbamos a dormir, tuvo cerco la luna…………………….
Después de todo lo anterior, que nos quiten lo bailado, lo comido y lo disfrutado, pero confieso que en estos momentos me siento huérfano de un mesón, que durante cuarenta años, formó parte de mi vida. El pueblo sin él, nunca será lo mismo. Por eso y por mucho más, mil gracias PEPIN ¡.
Querido Jose Ángel. Qué penita verdad que vaya desapareciendo todo aquello que formó parte de nuestra infancia y nuestra juventud. No sabes cómo te entiendo. Un abrazo querido pupilo y me uno a ti en eso.... qué nos quiten lo bailao