Diario de León:
HISTORIAS DEL REINO
Sin techo por los sinvergüenzas
MARGARITA TORRES 03/12/2012
Cuando todo se queda en el camino, ilusión, esperanza, trabajo, futuro, familia, sólo resta gastar el tiempo deambulando por las calles, mendigando unas monedas, consiguiendo cartones para dormir protegidos por la antesala de una sucursal de banco. Quizás el destino quiera que pertenezca a la misma entidad que optó por desahuciarte cuando no pudiste pagar la hipoteca que ellos mismos te concedieron, pocos años atrás. Es posible, incluso, que busques ese amparo junto a la marquesina de la empresa que quebró por no poder afrontar la crisis a la que nos han conducido nuestros políticos, y el sistema financiero crecido sobre la burbuja inmobiliaria que, al explotar, salpicó a un tiempo de sangre y miseria a los más desfavorecidos, y de millones a los sin escrúpulos que, como antaño en la postguerra, hicieron su agosto.
Dicen los más ancianos que se acercan tiempos duros, donde los hijos vivirán peor que sus padres. Y los datos así parecen augurarlo pues, si nos fiamos de las expectativas de futuro, éste se antoja negro, muy negro. Máxime cuando, como hemos tenido ocasión de comprobar gracias a los informes de Cáritas, el 12% de los Sin Techo leoneses y de los nacionales tiene un perfil universitario. ¿Qué lleva a un ingeniero a terminar mendigando en un portal? ¿A un licenciado con hijos a perderlo todo? ¿Para qué estudiar, esforzarse, buscar mejorar, si este sistema podrido sólo permite el éxito al mediocre, indiferente, al que escondió sus escrúpulos en algún arcón cerrado?
El New York Times advierte que la ola de desahucios en nuestro país está creando una crisis de «Sin Techo». Este medio norteamericano saca partida en portada a nuestro lado más oscuro, alertando del aumento de los suicidios, la ocupación de viviendas deshabitadas, el final truncado de miles de historias de familias que un día confiaron en el sistema…hasta que éste les destruyó.
Y mientras quienes gozan de buenas pensiones por cinco minutos al servicio de un partido político en un Consejo de una entidad bancaria, los mayores no verán la suya incrementada, antes bien, de hacer caso a los vampiros gurús económicos, perderán poder adquisitivo. ¿Soledad? ¿Abandono? Pronto el problema no se solventará solo con la buena voluntad de los chavales de instituto que, como en León, ofrecen generosamente su tiempo para compartirlo con los ancianos. En breve, nuestros problemas sociales no resueltos nos explotarán en la cara. Aunque siempre, gracias a Dios, nos quedarán Cruz Roja, Cáritas, la Asociación Leonesa de Caridad y los voluntarios que, para vergüenza de nuestros políticos, cumplen sin cobrar por ello con lo que los demás deberían ofrecer al ciudadano. Podemos sentirnos orgullosos de nuestros jóvenes, dispuestos a cambiar el mundo con su esfuerzo. Y el resto, ¿a qué esperamos?
HISTORIAS DEL REINO
Sin techo por los sinvergüenzas
MARGARITA TORRES 03/12/2012
Cuando todo se queda en el camino, ilusión, esperanza, trabajo, futuro, familia, sólo resta gastar el tiempo deambulando por las calles, mendigando unas monedas, consiguiendo cartones para dormir protegidos por la antesala de una sucursal de banco. Quizás el destino quiera que pertenezca a la misma entidad que optó por desahuciarte cuando no pudiste pagar la hipoteca que ellos mismos te concedieron, pocos años atrás. Es posible, incluso, que busques ese amparo junto a la marquesina de la empresa que quebró por no poder afrontar la crisis a la que nos han conducido nuestros políticos, y el sistema financiero crecido sobre la burbuja inmobiliaria que, al explotar, salpicó a un tiempo de sangre y miseria a los más desfavorecidos, y de millones a los sin escrúpulos que, como antaño en la postguerra, hicieron su agosto.
Dicen los más ancianos que se acercan tiempos duros, donde los hijos vivirán peor que sus padres. Y los datos así parecen augurarlo pues, si nos fiamos de las expectativas de futuro, éste se antoja negro, muy negro. Máxime cuando, como hemos tenido ocasión de comprobar gracias a los informes de Cáritas, el 12% de los Sin Techo leoneses y de los nacionales tiene un perfil universitario. ¿Qué lleva a un ingeniero a terminar mendigando en un portal? ¿A un licenciado con hijos a perderlo todo? ¿Para qué estudiar, esforzarse, buscar mejorar, si este sistema podrido sólo permite el éxito al mediocre, indiferente, al que escondió sus escrúpulos en algún arcón cerrado?
El New York Times advierte que la ola de desahucios en nuestro país está creando una crisis de «Sin Techo». Este medio norteamericano saca partida en portada a nuestro lado más oscuro, alertando del aumento de los suicidios, la ocupación de viviendas deshabitadas, el final truncado de miles de historias de familias que un día confiaron en el sistema…hasta que éste les destruyó.
Y mientras quienes gozan de buenas pensiones por cinco minutos al servicio de un partido político en un Consejo de una entidad bancaria, los mayores no verán la suya incrementada, antes bien, de hacer caso a los vampiros gurús económicos, perderán poder adquisitivo. ¿Soledad? ¿Abandono? Pronto el problema no se solventará solo con la buena voluntad de los chavales de instituto que, como en León, ofrecen generosamente su tiempo para compartirlo con los ancianos. En breve, nuestros problemas sociales no resueltos nos explotarán en la cara. Aunque siempre, gracias a Dios, nos quedarán Cruz Roja, Cáritas, la Asociación Leonesa de Caridad y los voluntarios que, para vergüenza de nuestros políticos, cumplen sin cobrar por ello con lo que los demás deberían ofrecer al ciudadano. Podemos sentirnos orgullosos de nuestros jóvenes, dispuestos a cambiar el mundo con su esfuerzo. Y el resto, ¿a qué esperamos?