La felicidad es un artículo maravilloso: cuanto más se da, más le queda a uno.
Dos excesos: excluir la razón, no admitir más que la razón.
Muy débil es la razón sino llega a comprender que hay muchas cosas que la sobrepasan.
El espíritu cree naturalmente y la voluntad naturalmente ama; de modo que, a falta de objetos verdaderos, es preciso apegarse a los falsos.
Estando siempre dispuestos a ser felices, es inevitable no serlo alguna vez.