ey que suerte que estes bien Susana y ya en Madrid.... claro a lo bueno uno se acostumbra rápido y entre los afectos, la tierrina y la buena comida no hay uno que quiera volver a la rutinaaaa!
Hola, guapa! Pues sí, la verdad es que no quería volver. Me he puesto morada a fresas, me he arañado entera cogiendo moras (sarna con gusto no pica), me he dado unos buenos paseos por los montes de Canales y de Manzaneda, y hasta he estado a dos metros de un ciervo, ¡qué ilu me hizo!
Y la comida, todo tan rico..!
Ya estoy deseando volver... sniff!
Y la comida, todo tan rico..!
Ya estoy deseando volver... sniff!
jaja me hiciste acordar cuando hice la ruta del Cares con mis primos en un tramo comiamos bocata de tortilla y unas cabras en el monte muy bonitas veiamos pero otras detras nuestro no las sentimos y nos dimos cuenta cuando dos se pusieron en dos patas a oler o querernos sacar lo que comiamos que graciosas.... me encanto la experiencia de tenerla tan cerca y tocarlas
Verdad que es una sensación impresionante. Yo recuerdo una vez, un lagarto, enorme y precioooooosooooooooo, con unos colores que no te imaginas, que se acercó porque debían oler ricos los bocatas, y lo teníamos como a medio metro, y yo no me atrevía a respirar por miedo a asustarlo. Es una sensación única.