y yo, sigo repasando la vida...
REMEMORANDO EL PASADO 3:- CASA PRACTICANTE
Yo frecuentaba la casa del Practicante. Nuestra salud bucodental siempre fue estupenda y no eran frecuentes los accidentes para los primeros auxilios de Herminio, (como le pasaba a José Ángel) por lo que si acudía allí era para jugar con Manoli, pero no con demasiada frecuencia (por el “no molestar” que nos inculcaban en casa, nos cuidábamos de no meternos en casa de nadie, esa es la verdad.)
Jugábamos fuera, pero hacíamos alguna incursión a la consulta. Todo en esa casa estaba extremadamente limpio y ordenado Supongo que formaba parte de la asepsia que se presupone en cualquier consulta dental.
Es más, Manoli me sorprendía con un artilugio de limpieza que no había visto todavía en ninguna casa. Cuando las demás tirábamos de cepillo de mango largo que arrastraba una bayeta y facilitaba la limpieza del mosaico (ya no eran las rodillas, el estropajo y la arena de Riello para la madera que nos cuenta Pili, no!) ella utilizaba un preludio de lo que iba a ser la fregona (que llegó más tarde) Era un esponja rectangular unida a un palo largo, (parecía de aluminio) Lo sorprendente es que tenía una palanca que escurría el agua sobrante. Era una gozada!, creedme… era lo más en limpieza. (no recuerdo su nombre)
Yo en mi casa no me podía quejar, teníamos lavadora. Era una BRU y eso evitaba ir a lavar a la presa de la Romería donde ciertos días estaba muy concurrida. Eso no lo viví en directo, pero si recuerdo ver esas sábanas que se lanzaban al agua a aclarar en forma de nube y las señoras, golpeando en la taja sin dejar de hablar, y venga otra vez al agua, venga a aclarar … La charla hacía la tarea un poco más divertida… y algunos mirones, que sé que los había, permanecían a la distancia, detrás de ellas, quietos… parados… haciéndoles los ojos chiribitas… imaginando más que viendo… en fin!
La casa de Manoli estaba rodeada por una presa que la encauzaban alrededor de la finca para facilitar el riego. Se introducía en la finca por un parte más ancha que la tenían acondicionada para hacer el lavado a mano. (Qué afortunados en agua éramos en el pueblo, cuánto arroyo a la vista, presas, acequias… canales! Pero ¿cómo lavarían en el Cantico o en FuenteBlanca?)
Recuerdo que tenía también una gramola espectacular con cuerno dorado en espiral.. me parecía preciosa. Ponía un disco, daba vueltas a la manivela y sonaba una música un tanto chirriante… pero me gustaba.
Al lado de casa Manoli, estaba la casa de Cándida y Quico. Un matrimonio muy tranquilo. Recuerdo a Cándida siempre sonriéndome. Lo curioso de esa casa estaba en la entrada. Había una pequeña cabaña de madera, con puerta de madera y dentro estaba el baño, totalmente rudimentario:. Un trono de madera, con tapa sobre un foso. Era un baño primario, pero suficiente. No hay que olvidar que hasta entonces no había baño en las casas. Me cuentan que la gente utilizaba lo corrales. Yo no lo conocí, y Manoli me consta que tampoco, por lo que nos sorprendía de tal forma que quedó grabado en mi recuerdo, quizás por lo íntimo, por lo privado… de la cuestión.
Mariajesús Morla
REMEMORANDO EL PASADO 3:- CASA PRACTICANTE
Yo frecuentaba la casa del Practicante. Nuestra salud bucodental siempre fue estupenda y no eran frecuentes los accidentes para los primeros auxilios de Herminio, (como le pasaba a José Ángel) por lo que si acudía allí era para jugar con Manoli, pero no con demasiada frecuencia (por el “no molestar” que nos inculcaban en casa, nos cuidábamos de no meternos en casa de nadie, esa es la verdad.)
Jugábamos fuera, pero hacíamos alguna incursión a la consulta. Todo en esa casa estaba extremadamente limpio y ordenado Supongo que formaba parte de la asepsia que se presupone en cualquier consulta dental.
Es más, Manoli me sorprendía con un artilugio de limpieza que no había visto todavía en ninguna casa. Cuando las demás tirábamos de cepillo de mango largo que arrastraba una bayeta y facilitaba la limpieza del mosaico (ya no eran las rodillas, el estropajo y la arena de Riello para la madera que nos cuenta Pili, no!) ella utilizaba un preludio de lo que iba a ser la fregona (que llegó más tarde) Era un esponja rectangular unida a un palo largo, (parecía de aluminio) Lo sorprendente es que tenía una palanca que escurría el agua sobrante. Era una gozada!, creedme… era lo más en limpieza. (no recuerdo su nombre)
Yo en mi casa no me podía quejar, teníamos lavadora. Era una BRU y eso evitaba ir a lavar a la presa de la Romería donde ciertos días estaba muy concurrida. Eso no lo viví en directo, pero si recuerdo ver esas sábanas que se lanzaban al agua a aclarar en forma de nube y las señoras, golpeando en la taja sin dejar de hablar, y venga otra vez al agua, venga a aclarar … La charla hacía la tarea un poco más divertida… y algunos mirones, que sé que los había, permanecían a la distancia, detrás de ellas, quietos… parados… haciéndoles los ojos chiribitas… imaginando más que viendo… en fin!
La casa de Manoli estaba rodeada por una presa que la encauzaban alrededor de la finca para facilitar el riego. Se introducía en la finca por un parte más ancha que la tenían acondicionada para hacer el lavado a mano. (Qué afortunados en agua éramos en el pueblo, cuánto arroyo a la vista, presas, acequias… canales! Pero ¿cómo lavarían en el Cantico o en FuenteBlanca?)
Recuerdo que tenía también una gramola espectacular con cuerno dorado en espiral.. me parecía preciosa. Ponía un disco, daba vueltas a la manivela y sonaba una música un tanto chirriante… pero me gustaba.
Al lado de casa Manoli, estaba la casa de Cándida y Quico. Un matrimonio muy tranquilo. Recuerdo a Cándida siempre sonriéndome. Lo curioso de esa casa estaba en la entrada. Había una pequeña cabaña de madera, con puerta de madera y dentro estaba el baño, totalmente rudimentario:. Un trono de madera, con tapa sobre un foso. Era un baño primario, pero suficiente. No hay que olvidar que hasta entonces no había baño en las casas. Me cuentan que la gente utilizaba lo corrales. Yo no lo conocí, y Manoli me consta que tampoco, por lo que nos sorprendía de tal forma que quedó grabado en mi recuerdo, quizás por lo íntimo, por lo privado… de la cuestión.
Mariajesús Morla