La
iglesia fue quedando desierta. La paz, desapareció sin aparecer la
felicidad. La
montaña, rota por los taladros de la
mina, no era más que el símbolo de la vida tranquila, rota por otra vida peor, más dura y más desdichada. Las canciones habían huido, espantadas por el polvo negro del carbón, como el
agua del
río, antes limpia, bajaba ahora oscura y ensombrencida. Las tonadas largas de
baile, a modo de romance sin tema, o con tema, de poco interés narrativo, son las más imperfectas, las menos
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