VILLAMIEL DE LA SIERRA: Villamiel de la Sierra, así apellidada para evitar...

Villamiel de la Sierra, así apellidada para evitar confusiones con otras villas homónimas, está situada en las partes orientales de la provincia de Burgos, en el sector justamente llamado Sierra. Su término es luminoso y con bellas perspectivas, a 1.146 m.s.no.m.; vierte sus aguas al Arlanzón a través del río Cueva. Su nombre, de manifiesta eufonía, nada tiene que ver con el dulce producto de las abejas. Ninguno de los pueblos de la provincia de Burgos que se apellidan MIEL o se cierran con la sílaba MIEL, guardan relación con las abejas, aunque abunden las colmenas en sus términos. MIEL es un andrónimo que recuerda al fundador de las respectivas villas; en unas ocasiones de GEMELUS, como en Los Gumieles y en Arauzo de Miel y en otras de MOMUS o MOMELIUS, como en otro caso veremos a continuación.

Villamiel de la Sierra cuenta, muy aproximadamente, once siglos de vida, en la personalidad que hoy ofrece, al margen de otros antecedentes erradicados, como pudieron ser las presencias celtíberas o romanas. La repoblación y recuperación de esta Sierra y más concretamente de la cuenca del río Cueva se realizaron por castellanos y para Castilla en los años que corren entre los años 890 y 910, entre los siglos IX y por. No puso ser antes, pues hasta que no se fundó la ciudad de Burgos (año 884) era muy arriesgado pasar el Arlanzón sin la presencia militar necesaria para resistir la presión de los árabes. A partir de esa fecha, comenzaron a venir gentes desde las merindades de la más primitiva Castilla, vascones, satures, gallegos y mozárabes. Bajo la autoridad del conde de la frontera venían en grupos pequeños, dirigidos por individuos de superior calidad: elegían asiento y se constituían en concejos; repartían tierras y organizaban la rudimentaria vida municipal. A estos repobladores, tipos mixtos de labradores, pastores y soldados se les suele llamar foramontanos.

Aquí llegó un día el grupo que mandaba MOMO o MOMEL. Otros capitanes pasarían de largo y otros habían quedado atrás o al costado, como Orobio, en Villorobe, Asur en Villasur, Mauricio en Villamórico, Jimeno en Cardeñajimeno o Atilio en Cardeñadijo. No fueron fáciles los primeros tiempos de la Villa de Momo o de Momel, a pesar de que su situación geográfica, en una tierra alta y difícil la hacía menos apetitosa para los enemigos musulmanes. La villa mantuvo su andadura y fue incluida dentro del Alfoz de Lara para su seguridad y administración.

La primera vez que leemos en los pergaminos el nombre de la Villa es en el año 1062, en documento del Monasterio de San Pedro de Arlanza, cercano a Covarrubias. Por él sabemos que doña María Fortúniz dona al abad de arlanza, San García, los bienes que posee en distintos pueblos e incluya la hacienda y derechos que le pertenecen, “dentro del Alfoz de Lara en la Villa de Momel”. En el archivo de la catedral de Burgos hay referencias a Villamiel. La primera (año 1100) en un solemne documento, nos dice que don Gustios Rodríguez y su esposa doña Arilo regalan a la catedral de Burgos y a su obispo don García bienes distribuidos en varios sitios y entre éstos “en Villa de Momel con la divisa de solares poblados por Tello Díez y por Oveco Sangez”, los dos primeros vecinos de VILLAMIEL cuyos nombres conocemos, y otros dos solares con todos sus derechos. El documento señala que, a la sazón, reinaba Alfonso VI en León y Castilla y, bajo su mando, Raimundo en Galicia y Enrique en Portugal. Raimundo y Enrique eran yernos del rey. Don Gustios pertenecía, sin duda, a la estirpe de ese apellido, muy presente en la documentación de la Sierra y de Juarros y relacionados con los siete infantes de Lara.

De mediados del siglo XII hallamos otro documento en San Pedro de Arlanza, fechado a 1 de julio de 1156, por el que don Sancho Ruiz dona los bienes que posee en Villa Momel a dicho monasterio. Este don Sancho debía ser un gran personaje, pues su donación la testifican el arzobispo de Toledo, el obispo de Burgos, el conde Manrique o Almarico, el conde don Gonzalo Marañón y otros de su nivel.

A partir de que aquí aumentan las noticias sobre VILLAMIEL. Pero, anticiparemos algo importante que admite la tradición, referido al poblamiento existente, y que se llamó SAN MIGUEL, a 1300 ms. Al oeste de la Villa, lindando con la carretera a San Millán, donde hubo una ermita y cercano al cementerio. Nacería este poblado al principio de la repoblación, pero fue absorbido en vecindario y término por VILLAMIEL, antes de 1250.

En esta fecha leemos el nombre de la Villa en el Libro de Préstamos de la diócesis de Burgos. Se le señalan 35 maravedises (valor de un rebaño de 350 cabezas). Aquí ya leemos con grafía casi actual:VILLAYMIEL.

Tampoco está ausente del Libro de las Behetrías, una institución que disfrutaban las villas castellanas. En esta época ya se ha superado el sistema administrativo del alfoz y se ha impuesto el de la merindad. VILLAMIEL, aunque parezca extraño, pertenece a la merindad de Castrogeriz, como toda la comarca de Juarros y de la Mata. Se le llama VILLAOMEL y se dice que es solariega y abadenga. Los propietarios ya no son los monjes de Arlanza o el obispado. Cuatro nuevas familias aparecen como influyentes: los Rodríguez Sandoval, los Velasco, los Sarmiento y los Leiva. La parte abadenga del dominio la ostenta la abadesa del monasterio cisterciense de Renuncio, que son conocidas en Burgos como las “Bernardas”.

Las relacionadas de los vecinos con la Hacienda del Rey eran cómodas, pues solo le pagaban el impuesto llamado de “monedas” que solía abonarse cada siete años. Al señor de la Casa de Lara le pagaba el concejo 50 maravedíes al año y por el impuesto de solares (infurción) cada vecino contribuía con tres maravedises. En esta época (1350) el maravedí había perdido valor y representaba el valor de una gallina.

Algo curioso hemos de anotar en la historia de VILLAMIEL DE LA SIERRA y son sus referencias cinegéticas en el Libro de la Montería del rey Alfonso XI, en la primera mitad del siglo XIV. Don Alfonso, gran cazador, mandó escribir este libro en el que se anotan las calidades de los montes del reino de Castilla para la caza mayor del jabalí, del oso y de los venados. Viene el autor describiendo desde Cabañas-Matalindo y dice:

Monte Hermoso es muy real monte de puerco (jabalí) en invierno y aún en verano y es la vocería (jauría) por encima de la cumbre. Y son las armadas (los puestos) las dos en los prados de sobre VILLAMIEL y la otra en la Ermita que está al cabo de soto y otras dos en el camino. El Hoyo Matamá es buen monte de puerco en invierno y aún en verano. Y es la vocería por cima de la cumbre que no pase a Pineda. Y es la armada en las Rasillas de Val de Peñota. Las Gargantas de Tinieblas es buen monte de Puerco”.

Podemos imaginarnos aquellas reales cacerías en las que participaban cientos de hombres y de perros, turbando la paz de estas partes de la Sierra, cuando los reyes disponían su mayor diversión. Los vecinos de VILLAMIEL participarían en el suceso, tratando de beneficiarse de la presencia del rey. Satisfecho debió de quedar don Alfonso de los montes y vecinos que tanta distracción le proporcionaban.

La personalidad de VILLAMIEL DE LA SIERRA quedaba forjada en los principios castellanos de la seriedad de vida y conducta, en el trabajo, en el servicio, en la videncia de su Fe cristiana. La Villa, integrada del todo, primero en Castilla y luego en España, ha vivido con plenitud su destino.

En la Edad Moderna, VILLAMIEL DE LA SIERRA se mantuvo en la merindad de Castrogeriz, en la jurisdicción de Juarros y la Mata.

En 1951 esa circunscripción reunía 20 localidades habitadas por 870 vecinos. VILLAMIEL no salió nunca del régimen realengo. En 1843 sumaba 97 habitantes, alrededor de la iglesia secular de San Pedro. Trabajaban el monte, atendían los ganados, recogían algún cereal. Compraban y vendían en los mercados locales y en las ferias de Burgos. Contribuían a la Hacienda pública con 3.028 reales. En 1900 los habitantes eran 280; en 1950, 237. Las últimas décadas del siglo XX han operado cambios profundos en VILLAMIEL DE LA SIERRA, pero sus hijos han sabido salvar su identidad.

Con el escudo municipal del municipio se expresa la naturaleza e historia de VILLAMIEL sana y limpia en las cuales el árbol ha sido un factor floreciente, no solamente por sus maderas y leñas (éstas para fabricar carbón vegetal), sino por sus bellotas (de roble y encima) con que alimentaban animales domésticos y salvajes, como jabalíes que provocaban hasta cacerías reales.