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TARDAJOS: HOMBRES, MUJERES Y TIERRAS DE TARDAJOS...

HOMBRES, MUJERES Y TIERRAS DE TARDAJOS

ELVIRA LA HORNERA por SEVERIANO PAMPLIEGA NOGAL

Las dos primeras casas eran verdaderas panaderías, con despacho y venta al público. Elaboraban toda clase de pan, formas y tamaños.
La especialidad del Sr. Pepe, era el pan "hueco" y el pan "blanco". El "hueco" era más poroso, como con ojos, (podríamos compararlo con el pan gallego y la actual "chapata"). Y el pan "blanco", más apretado, como el candeal, que por estos lares se llama "tresnao". Muy parecido, por no decir igual, era el de Ciano. Pero la de la "Señá" ELVIRA, más que panadería era horno y horno público. O sea: previamente se pedía "la vez" a Elvira, y el día y la hora acordado cada cual cocía su propia hornada.

Lo bonito era que en vez de ser un día de trabajo, se celebraba como una fiesta familiar. Y no digamos para los chicos.
Se echaban los ingredientes, ya de todos conocidos, en la "artesa" y se amasaba, eso sí, con las manos. Después se tapaba la masa con un "lenzuelo" y se le dejaba dormir. Cuando Elvira avisaba que la masa estaba en su punto, se troceaba según la cantidad que cada uno necesitaba. Y al horno.
¡Ay, aquellos panes tan orondos cuyo aroma inundaba toda la calle! ¡Aquellas hogazas doradas, cocidas no solo a la leña sino también al calor de la familia y, por qué no decirlo, con el chisporroteo del cotilleo y la cháchara!

Yo todavía era un muchacho imberbe pero me fijaba en todo y no perdía detalle. Así que, mientras dejamos que duerma la masa, bueno será que me recree un poco y dedique un cariñoso recuerdo a estos mis convecinos.