Cortiguera debería aparecer en el mapa que encabeza esta página web. Por otro lado, señalar que no es un pueblo abandonado en sentido estricto, pues viven dos familias de manera permanente y varias casas han sido rehabilitadas, siendo ocupadas bastantes fines de semana y en los periodos clásicos vacacionales: navidad, semana santa, verano. Se da la circunstancia, además, de que varias personas nacidas en Cortiguera viven hoy en el muy bello y cercano Pesquera de Ebro, con lo que el supuesto abandono es inexistente, ya que estos vecinos pasan por Cortiguera con mucha frecuencia. Pienso, por ejemplo, en don Antonio Varona y don Victoriano Ruiz. Lo que sí es cierto es que buena parte de lo que fue Cortiguera es hoy ruinas, ruinas desde luego bellísimas, a cuyas paredes de mampuesto se adhieren multitud de plantas trepadoras, siempre verdes, pues al pueblo afluyen varios manantiales que hacen de Cotiguera un enclave húmedo. De la belleza de este pueblo, incluso de sus ruinas, es frecuente quedar prendado a primera vista. No cabe interpretar de otro modo el que uno de sus rincones sea portada del hermoso libro "Los pueblos del silencio", así como el excelente texto e imágenes recogidos en el número monográfico editado por Caja de Burgos sobre el Valle de Sedano, del que forman parte tanto Pesquera como Cortiguera. La creciente sensibilidad social por la que todos apreciamos cada vez más el legado de nuestros mayores, hará que Cortiguera se rehabilite poco a poco. Estimo que en un plazo de 15-20 años muchas casas de Cortiguera, hoy meros muros en ruinas, volverán a cobijar a personas amantes de una vida natural en un enclave de grandísima belleza paisajística.
Muchas son las cosas que se pueden hacer por Cortiguera. Ante todo salvar lo que queda de su iglesia de san Miguel, que es mucho. Sus retablos paran en el museo del retablo de Burgos. Su estructura está casi incólume, pero su techumbre presenta ya grietas que hacen temer lo peor. El suelo presenta un gran abandono, con las lápidas de sus tumbas levantadas de mala manera, quizás en busca de ajuares funerarios. Cuenta el Catastro de Ensenada que en 1752 los que recibían sepultura en la mitad superior de la iglesia pagaban 24 reales de vellón por "derecho de rompimiento de sepultura"; por el contrario, los que se enterraban en la mitad inferior pagaban la mitad. No sé a quién corresponde detener su deterioro, pues ni me atrevo a plantear la conveniencia de su entera rehabilitación. Pero alguien –Comunidad, Diputación, Ayuntamiento, Delegación diocesna de Patrimonio, alguna entidad privada– debe hacer algo y cuanto antes.
Cortiguera, por otro lado, no tiene red de aguas sucias, y tampoco electricidad, ni teléfono, ya sea Trac, satélite, ondas o lo que sea. Por no tener no tiene ni cobertura para los teléfonos móviles o celulares, como en otros países los llaman. Si se une a ello que el coste de rehabilitación de las casas es 3 ó 4 veces superior a una edificación normal en otras poblaciones, hace que los que optan por intentar rehabilitar las ruinas de su vivienda sean casi quijotes, pues la aventura rebasa casi siempre sus modestas posibilidades. Me decía un vecino de Pesquera que lo justo sería recibir subvenciones a fondo perdido equivalentes al diferencial entre rehabilitar una casa "normal" y una casa "especial" en estos entornos históricos que no podemos permitir que desaparezcan. Este desideratum, que comparto, probablemente nunca será realidad, pero no nos está permitido soñar la utopía.
Se cuentan por centenares las personas que pasan por Pesquera y Cortiguera los fines de semana. Recorren paso a paso los senderos que unen estas poblaciones con Valdelateja. Son muchos los que se detienen en la fuente sanísima y fresca de Cortiguera, y muchos también los que abren el morral ante la iglesia para reponer fuerzas en tan bello camino. A ellos y a cuantos conocen Cortiguera les hago un llamamiento para que eleven su voz y dirijan escritos a todas las autoridades para llevar a la conciencia de nuestros dirigentes la necesidad de ocuparse un poquito de Cortiguera y de cuantos núcleos se encuentran en condiciones semejantes, que en Castilla se cuentan por centenares. Es una obligación moral por respeto a los que nos precedieron, que con los medios limitadísimos de entonces hicieron esfuerzos imponentes para levantar Pesquera o Cortiguera, y tantos otros lugares, piedra a piedra. Yo pediría a cuantos consideren pertinentes estas sugerencias que dirijan sus propuestas a la Diputación de Burgos, al alcalde de la Villa, Valle y Honor de Sedano o a los presidentes de las Juntas Vecinales de Valdelateja-Cortiguera y Pesquera. Poco a poco, serena y pausadamente, hay que levantar estas ruinas de nuevo piedra a piedra, respetando el entorno, los modos edificatorios, los materiales para la amalgama, la naturaleza circundante, el aire puro, el silencio sobrecogedor de ese valle y de esos impresionantes cañones del Ebro.
JC / 12 de octubre 2003, tel. 606 42 43 23.
Muchas son las cosas que se pueden hacer por Cortiguera. Ante todo salvar lo que queda de su iglesia de san Miguel, que es mucho. Sus retablos paran en el museo del retablo de Burgos. Su estructura está casi incólume, pero su techumbre presenta ya grietas que hacen temer lo peor. El suelo presenta un gran abandono, con las lápidas de sus tumbas levantadas de mala manera, quizás en busca de ajuares funerarios. Cuenta el Catastro de Ensenada que en 1752 los que recibían sepultura en la mitad superior de la iglesia pagaban 24 reales de vellón por "derecho de rompimiento de sepultura"; por el contrario, los que se enterraban en la mitad inferior pagaban la mitad. No sé a quién corresponde detener su deterioro, pues ni me atrevo a plantear la conveniencia de su entera rehabilitación. Pero alguien –Comunidad, Diputación, Ayuntamiento, Delegación diocesna de Patrimonio, alguna entidad privada– debe hacer algo y cuanto antes.
Cortiguera, por otro lado, no tiene red de aguas sucias, y tampoco electricidad, ni teléfono, ya sea Trac, satélite, ondas o lo que sea. Por no tener no tiene ni cobertura para los teléfonos móviles o celulares, como en otros países los llaman. Si se une a ello que el coste de rehabilitación de las casas es 3 ó 4 veces superior a una edificación normal en otras poblaciones, hace que los que optan por intentar rehabilitar las ruinas de su vivienda sean casi quijotes, pues la aventura rebasa casi siempre sus modestas posibilidades. Me decía un vecino de Pesquera que lo justo sería recibir subvenciones a fondo perdido equivalentes al diferencial entre rehabilitar una casa "normal" y una casa "especial" en estos entornos históricos que no podemos permitir que desaparezcan. Este desideratum, que comparto, probablemente nunca será realidad, pero no nos está permitido soñar la utopía.
Se cuentan por centenares las personas que pasan por Pesquera y Cortiguera los fines de semana. Recorren paso a paso los senderos que unen estas poblaciones con Valdelateja. Son muchos los que se detienen en la fuente sanísima y fresca de Cortiguera, y muchos también los que abren el morral ante la iglesia para reponer fuerzas en tan bello camino. A ellos y a cuantos conocen Cortiguera les hago un llamamiento para que eleven su voz y dirijan escritos a todas las autoridades para llevar a la conciencia de nuestros dirigentes la necesidad de ocuparse un poquito de Cortiguera y de cuantos núcleos se encuentran en condiciones semejantes, que en Castilla se cuentan por centenares. Es una obligación moral por respeto a los que nos precedieron, que con los medios limitadísimos de entonces hicieron esfuerzos imponentes para levantar Pesquera o Cortiguera, y tantos otros lugares, piedra a piedra. Yo pediría a cuantos consideren pertinentes estas sugerencias que dirijan sus propuestas a la Diputación de Burgos, al alcalde de la Villa, Valle y Honor de Sedano o a los presidentes de las Juntas Vecinales de Valdelateja-Cortiguera y Pesquera. Poco a poco, serena y pausadamente, hay que levantar estas ruinas de nuevo piedra a piedra, respetando el entorno, los modos edificatorios, los materiales para la amalgama, la naturaleza circundante, el aire puro, el silencio sobrecogedor de ese valle y de esos impresionantes cañones del Ebro.
JC / 12 de octubre 2003, tel. 606 42 43 23.