Gracias a Esther y a todos los que recordáis con cariño y admiración a mi madre, Jovita.
Ella fue una mujer buena y alegre. Hizo el bien siempre que pudo, y todo con una gran sencillez.
En los últimos años con su enfermedad de Alzheimer quedó reducida en sus facultades, pero nunca perdió la sonrisa. Esa sonrisa que hoy desde el
cielo nos sigue enviando y nos invita a que seamos mejores.
Doy gracias a Dios por los años que me la ha regalado y por todo lo que me ha enseñado. Me gustaría vivir como
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