LA NUEZ DE ARRIBA: AQUELLOS VERANOS ALISTANOS....

AQUELLOS VERANOS ALISTANOS.

Qué diferentes eran los veranos de antes a los actuales. Aunque ahora nos parezca increíble, los pueblos estaban desiertos durante el día, sus gentes ya temprano salían "a la faena, a esperar la salida del sol en las "tierras y quiñones" para empezar a segar "a mano" con la hoz y los "dediles". Madrugando para aparejar las vacas, saliendo cuando aún la oscuridad era densa como "la pez" para llegar a la tierra con el amanecer, cargar los "mornales y morenas" en el carro y deshacer el camino de vuelta hacia la era ó el prao para "arramar el pan" y que el sol lo fuese calentando, secando del rocío de la noche antes de comenzar a trillar con las vacas y burros... vuelta tras vuelta durante muchas horas, casi infinitas, subidos sobre el trillo... dando vueltas a la "parva" primero con la tornadera u horca, después con la pala... dado vueltas a la cabeza bajo la boina él, bajo el pañuelo negro ella o el sombrero de pajas ambos, pensando en penurias y seguro también en alegrías o añorando lo que no se tenía sabiendo que aquello no era vida, era mera existencia. Y para no pensar algunos se arrancaban a cantar con aquellas tonadas de la trilla en plena canícula que secaba la garganta y el alma.
Y así día tras día, hasta que todo el pan hubiese pasado por todo este procedimiento tan lento y pesado hasta que llegaba el momento de "la limpia" aprovechando vientos madrugadores -hay que ver lo temprano que se levantaba el aire y con él toda la familia- o vientos de tarde que hacían recoger el grano limpio de polvo y paja para llegar con la negrura ya de la noche a guardarlo en la "panera", que como último regalo estaba en lo más alto y recóndito de la casa, "el sobrao" al que se accedía por unas reviradas escaleras con pasales de madera que había que subir a golpe "de cuadriles" con los pesados sacos y fardelas.
Al ver el pan en el sobrao era cuando el labrador por fin respiraba tranquilo y celebraba "la farandula" alrededor de una fuente de barro llena de tajadas de pollo de corral que se mataba para la ocasión, como aquellos sacrificios que se hacían a los dioses para agradecer los favores recibidos.
Aún quedaban múltiples faenas, digamos menores, aunque no menos duras, como la recogida de la paja -que se lo digan al que estaba encima del carro ó dentro del pajar-.
Ahora las gentes que emigraron vuelven en verano para descansar, divertirse, ir de pueblo en pueblo para asistir a las numerosas verbenas en las fiestas patronales ó reencontrarse con la familia y así llenarlos durante los días y noches estivales. Antes, aquellos primeros emigrantes que "salieron a la vida" fuera de los pueblos volvían en verano no para descansar, pedían las vacaciones para ayudar en la siega, la trilla y la limpia -menudas vacaciones- eso sí, podían presumir a la vuelta a sus lugares de residencia y trabajo del "moreno de la costa alistana".
Que rápido se pasan ahora estas faenas al recordarlas en estas pocas líneas ó verlas en las siguientes fotografías, pero que largos y penosos se hacían entonces... aquellos veranos alistanos, o que pensáis que lo de las "olas de calor " es algo de ahora, nada de eso, el sol apretaba tanto o más que ahora, lo que pasa es que ya ni nos acordamos de "la calor" cuando estábamos segando o trillando a las tres o las cuatro de la tarde en plena canícula. Porque lo normal a finales de julio y primeros de agosto, era y es que «aprete la calor y haiga mucha frama por el día y escuchura por la noche»... en estos y en aquellos veranos alistanos