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LA NUEZ DE ARRIBA: LA "EMPAJADA"...

LA "EMPAJADA"

La celebración de las bodas en los pueblos, sobre todo cuando se hacían "los tratos", la "pedida de mano" entre las familias del novio y de la novia se procuraban mantener en secreto el mayor tiempo posible por si las cosas no se encauzaban satisfactoriamente y el matrimonio que se pretendía celebrar no se llevaba a efecto o simplemente porque no se quería dar publicidad a los acontecimientos antes de celebrarlos ni dar pábulo a la curiosidad.

Cuando culminaban satisfactoriamente "los tratos" se fijaba la fecha de la boda así como los detalles y pormenores, como quiénes iban a ser los padrinos y todo lo referente a la dote, gastos, etc.

Cuando se comunica al párroco el deseo de celebrar la boda en la fecha que se había determinado, él fijaba los tres domingos o días festivos en los que, en la misa mayor, los novios deberían "leerse" o sea, el párroco, leería las tres canónicas moniciones, comunicando a la feligresía que querían contraer matrimonio, según establecía la Iglesia, fulano y fulana, pidiendo a los presentes que si conocían algún impedimento, por el cual este matrimonio no pudiera celebrarse, lo comunicasen cuanto antes...

Cuando se celebraba la primera lectura de las amonestaciones todo el pueblo se enteraba de que fulano y fulana se iban a casar y ya no había especulaciones.

Pero en los pueblos siempre hay habladurías, las idas y venidas de los novios o de sus padres, las visitas a casa del párroco, el amigo de los novios que sabe el secreto y se va de la lengua, lo cual daba como consecuencia que, siempre había algún "enteradillo" que sabía la noticia y para demostrar que la sabían de antemano y dársela a conocer a los demás antes de que lo divulgase el párroco en la iglesia, ponían en práctica la popular "empajada" que consistía en marcar durante la noche un sendero o camino con paja desde la casa del novio a la de la novia, arrancando desde las mismas puertas. Sendero que por sí solo delataba a los novios e informaba al vecindario del próximo acontecimiento antes de que tuviera lugar la lectura en la iglesia.

El sendero de paja se hacía con todo sigilo durante la noche procurando que nadie viese a los que lo hacían y a ser posible quedando en el más absoluto anonimato. Así la broma se atribuiría a la "vox populi" y a nadie en concreto, aunque en los pueblos pequeños no había secretos y casi siempre se sabía quienes habían sido los autores de la"empajada".

Un escrito de Fernando Arroyo Celis,