Compramos energía a futuro

LA NUEZ DE ARRIBA: ¡Seiscientos años ya..! mas sigue el verbo...

¿Qué me queda si pierdo mi ilusión?
La que tanto luché por ver cumplida...
Tendré entonces vacío el corazón,

un trozo de alma se me irá, partida;
perderé de mi vida la razón
y perderé de mi razón la vida.

Fue en la penumbra blancuzca del alba
cuando su voz en mi oído sonó.
Vívida fue con tal vida, que yo
fui hasta su alcoba por ver si era salva.

Nadie allí había, mas, cual lenta valva,
solo su arcón la compuerta elevó.
Tenue, muy tenue, la luz la adornó
mientras la alcoba teñía de malva.

Blanca, translúcida, etérea, desvaída
fue su presencia al abrirse el baúl.
Blanca, muy blanca, la he visto vestida

blanca, muy blanca, entre gasas y tul;
blanca, cual nunca la vimos en vida,
blanca y brillante, que casi era azul.

Cuando dé el salto que hacia el infinito
me lleve, al fin supremo e insalvable
del paso por la vida, inevitable,
convertiré tu nombre en postrer rito.

Ya no distinguiré verdad de mito,
pero entonces tu imagen imborrable
vendrá a animar mi espíritu inestable
y el estertor a convertir en grito.

Y, ya perdido lo que mi alma puebla,
tus lágrimas serán en mi memoria
como gotas suspensas en la niebla.

¡Seiscientos años ya..! mas sigue el verbo
brotando hasta los versos desde el pecho
y posándose en ellos, a despecho
de la implacable sed del tiempo acerbo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Cada verso una rama, en ella hiervo
por un nido llevar y hacer el lecho
-don Íñigo sonríe, él lo ve hecho-
a una palabra, de mis rimas siervo.