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LA NUEZ DE ARRIBA: La casa de la soledad...

La casa de la soledad

Ayer caminando por la calle, pase por lo que un día fue mi casa. ¡Que gran tristeza sentí! al ver que ya nada queda de lo que albergó mi infancia. Su gran puerta, la gran sala, y aquel enorme pasillo con su piso como espejo, que a mi mas me parecía un cristalino riachuelo, que en sus aguas reflejaba la cabellera verde de los hermosos helechos.

En verdad era un espejo, ahí jugábamos de niños mis siete hermanos y yo, que dolor es ver desierto el lugar de mis recuerdos.

Las recámaras tan grandes donde de niños soñamos con el Niño Dios tan bueno, y los regalos de Navidad, casi nunca concedidos.

Y aquella cocina grande, con su ventana hacia el norte, donde por las Navidades Papá y Mamá cocinaban los riquísimos tamales y los muy dulces buñuelos.