EL POTRO
El potro era un artilugio de madera para herrar a los animales. No faltaba en nigún pueblo.
Este artefacto de madera tenía cuatro maderos que servían de pilares, unidos en la parte superior por sendos travesaños; éstos lucían unas recias alcayatas para aguantar la cincha que alzaba al animal para ser calzadas se llamaban posacascos. En la parte delantera había una especie de yugo simple, al que se ajustaba la cabeza del buey.
Los callos eran las chapas, a modo de herradura, que se ponían a los bueyes y a las vacas, en la parte córnea de las patas para que los cascos no se desgastaran. A las caballerías les colocaban herraduras.
En el herradero o potro había siempre un corro de curiosos que seguían las maniobras del herrador, desde que atusaba al animal para tenerlo más propicio hasta que remataba los clavos en la parte callosa de las patas. Y todos coincidían en apreciar, cuando la bestia se sentía libre y bien calzada, que pisaba con más gusto el suelo, como cualquiera de nosotros cuando estrena y le sientan bien los zapatos.
Patricio G. P.
En el pueblo hace tiempo que desaparecio el potro. Pero hay muchos pueblos que aún lo conservan.
El potro era un artilugio de madera para herrar a los animales. No faltaba en nigún pueblo.
Este artefacto de madera tenía cuatro maderos que servían de pilares, unidos en la parte superior por sendos travesaños; éstos lucían unas recias alcayatas para aguantar la cincha que alzaba al animal para ser calzadas se llamaban posacascos. En la parte delantera había una especie de yugo simple, al que se ajustaba la cabeza del buey.
Los callos eran las chapas, a modo de herradura, que se ponían a los bueyes y a las vacas, en la parte córnea de las patas para que los cascos no se desgastaran. A las caballerías les colocaban herraduras.
En el herradero o potro había siempre un corro de curiosos que seguían las maniobras del herrador, desde que atusaba al animal para tenerlo más propicio hasta que remataba los clavos en la parte callosa de las patas. Y todos coincidían en apreciar, cuando la bestia se sentía libre y bien calzada, que pisaba con más gusto el suelo, como cualquiera de nosotros cuando estrena y le sientan bien los zapatos.
Patricio G. P.
En el pueblo hace tiempo que desaparecio el potro. Pero hay muchos pueblos que aún lo conservan.