- ¡Oh hijos míos! ¡Ha desaparecido un haz de heno!
-No importa, padre. Nosotros cogeremos al ladrón -le contestó Gorrioncito-. Dame cien rublos; yo sé lo que tengo que hacer.
Cogió los cien rublos y se dirigió a la herrería.
- ¿Puedes -dijo al herrero- forjarme una cadena con la que pueda atar a un hombre desde los pies hasta la cabeza?
- ¿Por qué no? -contestó el herrero.
-No importa, padre. Nosotros cogeremos al ladrón -le contestó Gorrioncito-. Dame cien rublos; yo sé lo que tengo que hacer.
Cogió los cien rublos y se dirigió a la herrería.
- ¿Puedes -dijo al herrero- forjarme una cadena con la que pueda atar a un hombre desde los pies hasta la cabeza?
- ¿Por qué no? -contestó el herrero.