EL NIÑO DE LA JAULA VACÍA
Con tus manos hiciste libres
-con tus propias manos- las aves.
Hijo: qué sueñas, sombra, símbolo
del hombre que rompe sus cárceles,
el que libera pensamientos,
palabras que se lleva el aire;
del que dio canto y dio consuelo
y no halló quien lo consolase.
Solitario, mudo, ceñidas
las sienes de hojas otoñales.
En la boca reseca el gusto
de la sal de todos los mares.
La sal que dejaron las olas
de los días al derrumbarse.
José Hierro
Con tus manos hiciste libres
-con tus propias manos- las aves.
Hijo: qué sueñas, sombra, símbolo
del hombre que rompe sus cárceles,
el que libera pensamientos,
palabras que se lleva el aire;
del que dio canto y dio consuelo
y no halló quien lo consolase.
Solitario, mudo, ceñidas
las sienes de hojas otoñales.
En la boca reseca el gusto
de la sal de todos los mares.
La sal que dejaron las olas
de los días al derrumbarse.
José Hierro
Con sus, manos; de sus dedos, escribía
sobre la arena, no se que palabras.
sobre la arena, y, rebelde el viento, mordía
la arena, de dientes invisibles, y lo borraba.
De el mar, mil rumores, latían
en la tarde, aquella que acababa.
La espuma, burlona se reía,
en un ceremonial, sobre la playa...
Mientras, tu, mujer (aún casi niña)
en ruidos y silencios te callabas...
Me acerqué, a quererte... y en mis caricias,
gotas de amor, corrían por tu cara...
LIBERTAD
MIS SALUDOS SIN QUE FALTE UN ABRAZO
sobre la arena, no se que palabras.
sobre la arena, y, rebelde el viento, mordía
la arena, de dientes invisibles, y lo borraba.
De el mar, mil rumores, latían
en la tarde, aquella que acababa.
La espuma, burlona se reía,
en un ceremonial, sobre la playa...
Mientras, tu, mujer (aún casi niña)
en ruidos y silencios te callabas...
Me acerqué, a quererte... y en mis caricias,
gotas de amor, corrían por tu cara...
LIBERTAD
MIS SALUDOS SIN QUE FALTE UN ABRAZO
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