Los dos jóvenes así lo hicieron y, siguiendo las instrucciones del brujo, después las soltaron. Las pobres aves intentaron echar a volar pero como estaban atadas la una a la otra se estorbaban y no pudieron hacerlo. Lo único que conseguían era tropezarse la una con la otra y haciéndose daño se revolcaban por el suelo.
Veis lo que les sucede a estas aves? —les dijo brujo— Atadas la una a la otra ninguna es capaz de volar mientras que solas lo hacían muy alto. Éste es el conjuro que os doy para que vuestro amor sea eterno:
