3 meses GRATIS

LA NUEZ DE ARRIBA (Burgos)

Ajuste del carnero
Foto enviada por Evaristo

Ella -porque era hembra- sintió un toque súbito en su costado y se volvió golpeada por la adrenalina. El pequeño le señalaba allá, porque no podía nombrar donde era. Y allá estaba el otro pequeño retorciéndose en el grisáceo suelo, gimiendo de dolor sin poder ponerse de pie. Ella le dio un golpe a su progenitora para que ella también se detuviera. El macho se percató pero no quiso detenerse, nada mas hizo su paso mas lento y esperó. Ella vio al pequeño en el suelo y olió el aire. Miro todo sin tocar, ... (ver texto completo)
No fue atacado. No había animales cerca en ese desierto pedregoso y plano donde el horizonte estaba abierto en todas direcciones. Y sin embargo había allí en el suelo algo extraño que olía como aquello que tanto le temía. Era, para ella, nada mas un algo, un algo con diferencia, distinto. Un simple guijarro distinto, manchado que lo que millones de años después alguien llamaría "sangre". Y ella no podía saber que su hermanito lo había pisado y se había provocado una herida cortante bajo la planta del pie. Ella trató de pensar pero la hembra -su madre- cogió al niño y lo llevó cargando. Ella, sin embargo, contempló aquel guijarro distinto, manchado de sangre, hasta que se atrevió a tocarlo. Si pensara, como nosotros creemos que ella podía pensar, quizás se hubiera preguntado porque esta cosa, tan dura que ahora tenia entre sus rudas manos, habría mordido a su hermano en el pie. Esta cosa al parecer ahora inofensiva, delgada como una hoja de árbol, con forma de delgada hoja de árbol y, sin embargo, no era mas que un simple y especial guijarro. Como dejarlo aquí entonces pues era una cosa, viva o muerta, no tenia sentido pensarlo, si es que ella en realidad pensaba, como nosotros hoy, creemos que ella pensaba. Y poniéndose de pie lo llevó consigo como su pequeño tesoro. Como la cosa extraña que no podía dejar atrás. Como esa cosa inútil que se atravesó en su existencia clavándose en medio de su incipiente fascinación. Y con ella, con los suyos, aquel guijarro se marchó. ... (ver texto completo)
El Guijarro
por Jorge Alberto Collao

Caminaban trastabillando, arremolinados en un andar desesperado, lento y torpe, con la persistencia de quienes sienten amenazada la vida, con ese miedo que solo puede venir del estómago, de las venas y de los músculos. Y casi a tientas, lleno el aire de olores amenazantes, entre gruñidos de agudeza y apuro, sin poder llamarse por sus nombres porque nombrar las cosas aun les era ajeno, se tocaban, se empujaban obligándose a poner atención aquí, allá
Ella -porque era hembra- sintió un toque súbito en su costado y se volvió golpeada por la adrenalina. El pequeño le señalaba allá, porque no podía nombrar donde era. Y allá estaba el otro pequeño retorciéndose en el grisáceo suelo, gimiendo de dolor sin poder ponerse de pie. Ella le dio un golpe a su progenitora para que ella también se detuviera. El macho se percató pero no quiso detenerse, nada mas hizo su paso mas lento y esperó. Ella vio al pequeño en el suelo y olió el aire. Miro todo sin tocar, desde un ángulo, desde otro. Se acercó. Miró la planta de pie del pequeño como esa cosa de color, olor y sabor que ella recordaba, se salía de allí a goterones. Se atrevió a tocar y tocó. Con sus dedos la llevó a la nariz y olió y saboreo. Lo reconocía y no era bueno. Había visto lo mismo en animales atacados, en animales recién muertos, en otros como ellos que luego, prontamente, quedarían tirados en el camino sin poder moverse, en ese sueño extraño del que de pronto, simplemente no despertaban. Sus pequeños ojos intuitivos no podían saber mucho y sin embargo buscaban ... (ver texto completo)
El Guijarro
por Jorge Alberto Collao

Caminaban trastabillando, arremolinados en un andar desesperado, lento y torpe, con la persistencia de quienes sienten amenazada la vida, con ese miedo que solo puede venir del estómago, de las venas y de los músculos. Y casi a tientas, lleno el aire de olores amenazantes, entre gruñidos de agudeza y apuro, sin poder llamarse por sus nombres porque nombrar las cosas aun les era ajeno, se tocaban, se empujaban obligándose a poner atención aquí, allá
VIII. Transcronologías

Por eso el simulante y joven Tom de El Zoo de Cristal, excediendo los meros usos y costumbres de su época, dará con la feliz metáfora del arcoiris roto, los delicados fragmentos que hacen al cuerpo y al alma de esta insaciable peregrina. La que nunca se cansa. La que apuñala muerte con todo su temblor. Con las heridas del grito.

Manuel Lozano
Buenos Aires, abril de 2002
VII. Juvencia**

Aunque lo hacen a pleno sol, parecen "sombras talladas por un relámpago negro" (como aquellas damas del Breton de Nadja). Son varias las que cruzan la fuente de la juventud en el cuadro de Lucas Cranach. Viejos caballeros armados las esperan en la otra orilla con la casi seguridad del contagio. Ellas son, a la vez, sacrificadas y poseedoras: autómatas desatinadas.
Dicen que el rey Salomón se rodeaba también de numerosas adolescentes en busca del contagio, de ese emigrar hacia ... (ver texto completo)
VI. In signo balbus

Los equívocos diccionarios vienen definiendo la juventud (entiéndase a la definición en tanto otra falacia) como aquella "etapa entre la niñez y la edad viril". Luego, no agregan sino unos torpes ejemplos del tipo "la flor de la juventud". Si viril vale por varonil o lo propio del género masculino, ¿qué no-espacio se reserva a las mujeres? ¿Una niña daría, por ejemplo, un salto abrupto hacia la vejez? ¿O simplemente remplazaría ese "período" por dosis más largas de infancia ... (ver texto completo)
V. Un territorio de contraluces extremas

No es posible al fin que el milagro no estalle.
Antonin Artaud, Otros Poemas

Quiero acercarme a la emboscada. La escritura de la juventud -las variaciones de la idea- dibuja un archipiélago donde las sombras se igualan con el día. El archipiélago puede simular una mazmorra. ¿Por qué esta sociedad post-industrial cotiza tanto una muerte joven? ¿Por qué los mitos jóvenes demoran en borrarse del imaginario colectivo? Vemos sus increíbles mutaciones. Las ... (ver texto completo)
III Inutilidades del Yo

La juventud resultaría, entonces, un larguísimo concepto en su tribu inquieta de significantes. Un coup de des, para parafrasear a Mallarmé, pero vindicando la etimología árabe de dado: Azar. También parecería lamer en las márgenes de su propia alteridad, de los "desechos" de un yo inasible, furiosamente mutable, para descomponerse luego en un doble extrañamiento que la revele ilusión de integridad y memorial sísmico. Porque si todas "las edades del hombre" son posesas ... (ver texto completo)
IV. Inutilidad de una agonía

Tan inútil como una niebla clara alrededor de un bosque. Así se me presenta la agonía de la juventud: la música de su éxtasis, y luego el golpe en la piel.
III Inutilidades del Yo

La juventud resultaría, entonces, un larguísimo concepto en su tribu inquieta de significantes. Un coup de des, para parafrasear a Mallarmé, pero vindicando la etimología árabe de dado: Azar. También parecería lamer en las márgenes de su propia alteridad, de los "desechos" de un yo inasible, furiosamente mutable, para descomponerse luego en un doble extrañamiento que la revele ilusión de integridad y memorial sísmico. Porque si todas "las edades del hombre" son posesas ... (ver texto completo)
II ¿Infiernos de una hermosura perdurable?

Oscar Wilde redescubrió los misterios irisados del infierno en la amenazadora belleza de Dorian Gray. "Ahora bien: la belleza de Dorian era de ese género cuya seducción proviene del color y de la expresión (...) Pertenecía a esa clase de jóvenes que hacen que el mundo parezca jovial aunque sople el infortunio. La bondad y la dicha irradiaban de él visiblemente; la habitación más sombría parecía iluminarse suavemente y animarse cuando él entraba", aclara ... (ver texto completo)
Dentro de esa alegoría, la juventud ha simulado siempre -al menos, en Occidente- un espacio epifánico tramposamente seguro y triunfante, por más que se omitiesen, en ciertos períodos, sus rasgos más notorios. Aun con sus temeridades y el siempre sospechado pathos, el joven Prometeo simula vida frente al ataque del buitre. Dionysos, portador de la primavera, conoce de antemano su ciclicidad. Cristo (de muchas maneras, un nuevo Dionysos y un Prometeo transfigurado) muere a los treinta y tres años, ... (ver texto completo)
Dilatada en los siglos, entretejida por la apología o el rechazo -momentos extremos de las redes del poder según Michel Foucault-, la juventud obstina vida. Desnuda vida. Desordena vida. Se sumerge en la sed de un mar de sangre. Allí reside la transfiguración de su tragedia: su máxima aspiración.
DELICADOS FRAGMENTOS
DE UN ARCOIRIS ROTO*

-Todo esto es un milagro-alcanzó adecir -
y lo milagroso da miedo.
Jorge Luis Borges,
El libro de Arena

I Transfiguraciones de una apariencia
... (ver texto completo)
Dentro de esa alegoría, la juventud ha simulado siempre -al menos, en Occidente- un espacio epifánico tramposamente seguro y triunfante, por más que se omitiesen, en ciertos períodos, sus rasgos más notorios. Aun con sus temeridades y el siempre sospechado pathos, el joven Prometeo simula vida frente al ataque del buitre. Dionysos, portador de la primavera, conoce de antemano su ciclicidad. Cristo (de muchas maneras, un nuevo Dionysos y un Prometeo transfigurado) muere a los treinta y tres años, ... (ver texto completo)
DELICADOS FRAGMENTOS
DE UN ARCOIRIS ROTO*

-Todo esto es un milagro-alcanzó adecir -
y lo milagroso da miedo.
Jorge Luis Borges,
El libro de Arena

I Transfiguraciones de una apariencia

¿Cuál es el rasgo determinante de la alegoría que tradicionalmente se ha dado en llamar "las edades del hombre"? ¿La muerte inmanente, acechando en cada resquicio, o acaso esperando, que también es una forma del asedio? ¿El hambre y la avaricia de los años y los detritus que dejan bajo un mismo, aparente sol? ¿La mera perplejidad ante los ambiguos enigmas de toda vida? ¿O sólo el espacio que dibuja ese enigma insoluble sobre las rotaciones del tiempo? ... (ver texto completo)
Todos los hombres se consideran héroes en tanto que no divisan al enemigo.
Quien vence a los otros, es fuerte; quien se vence a sí mismo, es poderoso.
La libertad debe ser limitada para ser poseída.
Todos los hombres se consideran héroes en tanto que no divisan al enemigo.