Ella -porque era hembra- sintió un toque súbito en su costado y se volvió golpeada por la adrenalina. El pequeño le señalaba allá, porque no podía nombrar donde era. Y allá estaba el otro pequeño retorciéndose en el grisáceo suelo, gimiendo de dolor sin poder ponerse de pie. Ella le dio un golpe a su progenitora para que ella también se detuviera. El macho se percató pero no quiso detenerse, nada mas hizo su paso mas lento y esperó. Ella vio al pequeño en el suelo y olió el aire. Miro todo sin tocar, ... (ver texto completo)
No fue atacado. No había animales cerca en ese desierto pedregoso y plano donde el horizonte estaba abierto en todas direcciones. Y sin embargo había allí en el suelo algo extraño que olía como aquello que tanto le temía. Era, para ella, nada mas un algo, un algo con diferencia, distinto. Un simple guijarro distinto, manchado que lo que millones de años después alguien llamaría "sangre". Y ella no podía saber que su hermanito lo había pisado y se había provocado una herida cortante bajo la planta del pie. Ella trató de pensar pero la hembra -su madre- cogió al niño y lo llevó cargando. Ella, sin embargo, contempló aquel guijarro distinto, manchado de sangre, hasta que se atrevió a tocarlo. Si pensara, como nosotros creemos que ella podía pensar, quizás se hubiera preguntado porque esta cosa, tan dura que ahora tenia entre sus rudas manos, habría mordido a su hermano en el pie. Esta cosa al parecer ahora inofensiva, delgada como una hoja de árbol, con forma de delgada hoja de árbol y, sin embargo, no era mas que un simple y especial guijarro. Como dejarlo aquí entonces pues era una cosa, viva o muerta, no tenia sentido pensarlo, si es que ella en realidad pensaba, como nosotros hoy, creemos que ella pensaba. Y poniéndose de pie lo llevó consigo como su pequeño tesoro. Como la cosa extraña que no podía dejar atrás. Como esa cosa inútil que se atravesó en su existencia clavándose en medio de su incipiente fascinación. Y con ella, con los suyos, aquel guijarro se marchó. ... (ver texto completo)
