Sin duda, y continúo en el particular homenaje a García Márquez, una lengua, por aparentemente poderosa que sea, como así parece ser hoy en día el castellano, necesita cultivadores en todas las áreas: desde quienes cultivan algún oficio y son maestros al respecto (pensemos en nuestro Joaquín Díaz), los científicos (nuestros grandes antropólogos con Germán Delibes a la cabeza), nuestros políticos, nuestros pensadores y filósofos, etc.
Es posible que alguien diga que esto está trufado de paternalismo, proteccionismo, etc. y que las cosas buenas se bastan por sí mismas ("el buen paño en el arca se vende"); que El Lazarillo, El Quijote, La noche oscura, El caballero de Olmedo, la vida es sueño,... no fueron sometidas a concurso público alguno. Esto habría que estudiarlo en el sentido que debemos dar al término premio, concurso, etc.
Quizás no está mal recordar que en Atenas, y en general en Grecia, existían premios y concursos públicos de modo que las tragedias que han marcado la literatura mundial occidental, en muchos casos, nacieron bajo el acicate de esos concursos públicos.
En resumen, que abogo porque nuestra lengua sea estimulada porque hace muchos años que su producción no responde a su extensión o, en términos hegelianos, la cantidad no se corresponde con la calidad. Pensemos que a pesar de ser la segunda alengua hablada del mundo no tiene más que una cantidad relativamente pequeña de Premios Nóbel de Literatura.
bueno, diciendo estas cosas, al menos me entretengo en esta madrugada de la Resurrección.
Es posible que alguien diga que esto está trufado de paternalismo, proteccionismo, etc. y que las cosas buenas se bastan por sí mismas ("el buen paño en el arca se vende"); que El Lazarillo, El Quijote, La noche oscura, El caballero de Olmedo, la vida es sueño,... no fueron sometidas a concurso público alguno. Esto habría que estudiarlo en el sentido que debemos dar al término premio, concurso, etc.
Quizás no está mal recordar que en Atenas, y en general en Grecia, existían premios y concursos públicos de modo que las tragedias que han marcado la literatura mundial occidental, en muchos casos, nacieron bajo el acicate de esos concursos públicos.
En resumen, que abogo porque nuestra lengua sea estimulada porque hace muchos años que su producción no responde a su extensión o, en términos hegelianos, la cantidad no se corresponde con la calidad. Pensemos que a pesar de ser la segunda alengua hablada del mundo no tiene más que una cantidad relativamente pequeña de Premios Nóbel de Literatura.
bueno, diciendo estas cosas, al menos me entretengo en esta madrugada de la Resurrección.