LA ESTRELLA DEL MESÍAS. (1)
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Elevad a los cielos la mirada
si afanosos andáis buscando a Cristo,
y de un astro, en el orbe jamás visto,
la singular belleza contemplad.
Deslumbran sus celestes resplandores,
que superan al mismo sol radiante,
anunciando su brillo rutilante
del Creador la infinita majestad.
No esta sujeta a fases cual la luna,
ni se oculta en el fondo de los mares;
ni pierde como a veces las Polares,
un punto de su célico fulgor.
El siniestro cometa, triste présago
de guerras, de desgracias y dolores,
da paso de esta Estrella a los fulgores
y huye, vencido, a la mansión del horror.
Los Magos, en Oriente, do el sol tiene
su cuna de marfil entre corales,
llenos de asombro al ver prodigios tales,
así claman colmados de estupor:
-"Algo infinito admiran nuestros ojos
más sublime que el Caos, tierra y abismo;
tal vez Jeová mostrándose a Sí mismo
de tierra y cielo Sumo Emperador.
¿Será la Estrella que Balaam predijo?
¿Quizás la precursora del Mesías?
¿La Virgen Madre que anunció Isaias?
¿Es la señal perenne del rey?
De Daniel las semanas se cumplieron;
el cetro de Judá pasó a otras manos.
Dios benigno descubre sus arcanos
ofreciendo, de amor, la nueva ley.
Sibilas y pitones enmudecen,
y sus fuegos apaga Zoroastro
las tristes sombras paso dan a un Astro
de jamás conocida magnitud,
que destruye los ídolos que el hombre
se forjara en su necio desvarío:
termina del error el reino impio
y la ominosa y triste esclavitud.
Apareció el Monarca deseado;
las naciones aguardan su venida;
la Vara de Jesé ya esta florida
y la paz en la tierra reina ya.
Corramos a rendirle adoraciones,
y su Estrella tomemos como Guía,
que trocando la noche en claro día
a su plantas feliz nos llevará.
Anónimo.
+++ +++ +++ +++ +++ +++ +++
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Elevad a los cielos la mirada
si afanosos andáis buscando a Cristo,
y de un astro, en el orbe jamás visto,
la singular belleza contemplad.
Deslumbran sus celestes resplandores,
que superan al mismo sol radiante,
anunciando su brillo rutilante
del Creador la infinita majestad.
No esta sujeta a fases cual la luna,
ni se oculta en el fondo de los mares;
ni pierde como a veces las Polares,
un punto de su célico fulgor.
El siniestro cometa, triste présago
de guerras, de desgracias y dolores,
da paso de esta Estrella a los fulgores
y huye, vencido, a la mansión del horror.
Los Magos, en Oriente, do el sol tiene
su cuna de marfil entre corales,
llenos de asombro al ver prodigios tales,
así claman colmados de estupor:
-"Algo infinito admiran nuestros ojos
más sublime que el Caos, tierra y abismo;
tal vez Jeová mostrándose a Sí mismo
de tierra y cielo Sumo Emperador.
¿Será la Estrella que Balaam predijo?
¿Quizás la precursora del Mesías?
¿La Virgen Madre que anunció Isaias?
¿Es la señal perenne del rey?
De Daniel las semanas se cumplieron;
el cetro de Judá pasó a otras manos.
Dios benigno descubre sus arcanos
ofreciendo, de amor, la nueva ley.
Sibilas y pitones enmudecen,
y sus fuegos apaga Zoroastro
las tristes sombras paso dan a un Astro
de jamás conocida magnitud,
que destruye los ídolos que el hombre
se forjara en su necio desvarío:
termina del error el reino impio
y la ominosa y triste esclavitud.
Apareció el Monarca deseado;
las naciones aguardan su venida;
la Vara de Jesé ya esta florida
y la paz en la tierra reina ya.
Corramos a rendirle adoraciones,
y su Estrella tomemos como Guía,
que trocando la noche en claro día
a su plantas feliz nos llevará.
Anónimo.
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