EL MOLINERO, SU HIJO Y EL BURRO
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Fábula
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-Venga, vístete, que vamos a la ciudad a vender al burro
le dijo el molinero a su hijo una mañana de verano.
Corrían malos tiempos, y al bueno del molinero no le
quedaba más remedio que vender el burro si quería
alimentar a su mujer y a sus hijos. En cuento salió
el sol, partió con el muchacho camino de la ciudad.
El molinero y su hijo iban tirando del ronzal del
burro, pero al poco de echar a andar, un grupo de
muchachas que iban a la escuela se burlaron de ellos.
¡Mirad a esos dos tontos!-dijeron- ¿A quién se le ocurre
ir a pie con el calor que hace? Lo lógico sería que al
menos uno de ellos montara en el burro.
"Me parece que tienen razón", pensó el molinero. Y montó
a su hijo a lomos del asno.
Poco después la pareja se encontró con tres granjeros que
charlaban animadamente a la vera del camino.
- ¡Es lo que siempre digo!-exclamó uno de ellos-, hoy en
día ya no se respeta a las personas mayores. Mirad a ese
vago: va encima del burro mientras su pobre padre se destroza
los pies caminando entre piedras.
"Puede que tenga razón", pensó el molinero, y le ordenó
enseguida a su hijo que bajara del burro.
-Ahora, montaré yo-dijo.
Pero a los cinco minutos se cruzaron con una anciana
que llevaba al brazo un canasto.
- ¡Vergüenza debería darle!-exclamó la mujer dirigiéndose
al molinero-. ¿Le parece bonito cabalgar cómodamente en el
pollino cuando su pobre hijo apenas puede con su alma?
-Esa mujer tiene razón-reconoció el molinero-. Lo mejor
es que los dos vayamos montados.
Un poco más adelante, un rico mercader que iba a caballo
se rió al ver a los dos hombres montados a lomos del burro.
- ¡Sois unos majaderos! -les dijo-. ¿Cómo se os ocurre abusar
se esa pobre bestia? ¡Peo no veis que está en los huesos!
Si tuvierais compasión, la llevaríais vosotros a ella y no
al revés.
-Creo que tiene razón -concluyo el molinero-. Será mejor que
llevemos el burro a cuestas.
Y así lo hicieron. Cortaron una rama de roble, ataron a ella
al burro por las patas y se la echaron al hombro. Pero el
animal pesaba tanto que el molinero y su hijo se tambaleaban
al caminar.
Cuando la pareja llegó por fin al mercado que daba entrada
a la ciudad, la gente se congregó a su alrededor.
¡Mirad qué tontos!-decían entre grandes carcajadas-
¡En vez de ir a lomos del burro, llevan el burro a cuestas!
Asustado por las risas de la multitud, el asno empezó a
patalear, con lo que la rama se fue doblando más y más hasta
que acabó por partirse. Para colmo de males, el burro rodó
por encima del parapeto del puente y cayó al río, donde se
ahogó.
Así que el molinero y su hijo tuvieron que regresar a casa
sin el burro y sin dinero que esperaban sacar de él.
.............................. ......................
Moraleja: Si quieres complacer al mundo entero,
ni tú ni nadie quedaréis contentos.
Esopo.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. -.-.-.-.-
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Fábula
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-Venga, vístete, que vamos a la ciudad a vender al burro
le dijo el molinero a su hijo una mañana de verano.
Corrían malos tiempos, y al bueno del molinero no le
quedaba más remedio que vender el burro si quería
alimentar a su mujer y a sus hijos. En cuento salió
el sol, partió con el muchacho camino de la ciudad.
El molinero y su hijo iban tirando del ronzal del
burro, pero al poco de echar a andar, un grupo de
muchachas que iban a la escuela se burlaron de ellos.
¡Mirad a esos dos tontos!-dijeron- ¿A quién se le ocurre
ir a pie con el calor que hace? Lo lógico sería que al
menos uno de ellos montara en el burro.
"Me parece que tienen razón", pensó el molinero. Y montó
a su hijo a lomos del asno.
Poco después la pareja se encontró con tres granjeros que
charlaban animadamente a la vera del camino.
- ¡Es lo que siempre digo!-exclamó uno de ellos-, hoy en
día ya no se respeta a las personas mayores. Mirad a ese
vago: va encima del burro mientras su pobre padre se destroza
los pies caminando entre piedras.
"Puede que tenga razón", pensó el molinero, y le ordenó
enseguida a su hijo que bajara del burro.
-Ahora, montaré yo-dijo.
Pero a los cinco minutos se cruzaron con una anciana
que llevaba al brazo un canasto.
- ¡Vergüenza debería darle!-exclamó la mujer dirigiéndose
al molinero-. ¿Le parece bonito cabalgar cómodamente en el
pollino cuando su pobre hijo apenas puede con su alma?
-Esa mujer tiene razón-reconoció el molinero-. Lo mejor
es que los dos vayamos montados.
Un poco más adelante, un rico mercader que iba a caballo
se rió al ver a los dos hombres montados a lomos del burro.
- ¡Sois unos majaderos! -les dijo-. ¿Cómo se os ocurre abusar
se esa pobre bestia? ¡Peo no veis que está en los huesos!
Si tuvierais compasión, la llevaríais vosotros a ella y no
al revés.
-Creo que tiene razón -concluyo el molinero-. Será mejor que
llevemos el burro a cuestas.
Y así lo hicieron. Cortaron una rama de roble, ataron a ella
al burro por las patas y se la echaron al hombro. Pero el
animal pesaba tanto que el molinero y su hijo se tambaleaban
al caminar.
Cuando la pareja llegó por fin al mercado que daba entrada
a la ciudad, la gente se congregó a su alrededor.
¡Mirad qué tontos!-decían entre grandes carcajadas-
¡En vez de ir a lomos del burro, llevan el burro a cuestas!
Asustado por las risas de la multitud, el asno empezó a
patalear, con lo que la rama se fue doblando más y más hasta
que acabó por partirse. Para colmo de males, el burro rodó
por encima del parapeto del puente y cayó al río, donde se
ahogó.
Así que el molinero y su hijo tuvieron que regresar a casa
sin el burro y sin dinero que esperaban sacar de él.
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Moraleja: Si quieres complacer al mundo entero,
ni tú ni nadie quedaréis contentos.
Esopo.
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