LAS PLEGARIAS
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Las plegarias, al cielo suben como las flores,
cómo nadie lo sabe; algunas son lujosas,
cargadas de perfume como las tuberosas,
otras míseras, pobres de mezquinos olores,
como los pensamientos de un jardín indigente,
y el poeta las ve subir al indulgente
padre, que sabe el peso de oro y la plata.
Él es quien de las flores el valor aquilata
cuando las ve subir. Y puede sólo él
juzgar sobre las luchas del mundo, de horror llenas,
si la humildad azul de un ramo de verbenas
vale igual, más o menos que un altivo clavel.
Porque con el cuidado de un marino que hubiera
corrido temporales en muchos océanos,
muy viejo, desde el cielo de nácar en que impera,
sobre la inmensidad extiende Dios las manos
a cuantos le consagran sus dolores humanos
lo mismo de un diamante, que en una primavera.
FRANCIS JAMMES
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Las plegarias, al cielo suben como las flores,
cómo nadie lo sabe; algunas son lujosas,
cargadas de perfume como las tuberosas,
otras míseras, pobres de mezquinos olores,
como los pensamientos de un jardín indigente,
y el poeta las ve subir al indulgente
padre, que sabe el peso de oro y la plata.
Él es quien de las flores el valor aquilata
cuando las ve subir. Y puede sólo él
juzgar sobre las luchas del mundo, de horror llenas,
si la humildad azul de un ramo de verbenas
vale igual, más o menos que un altivo clavel.
Porque con el cuidado de un marino que hubiera
corrido temporales en muchos océanos,
muy viejo, desde el cielo de nácar en que impera,
sobre la inmensidad extiende Dios las manos
a cuantos le consagran sus dolores humanos
lo mismo de un diamante, que en una primavera.
FRANCIS JAMMES
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