Ruta de los chocolateros de Mingorria (foto antigua), MINGORRIA

Permitanme que inserte este documento que creo es interesante para los visitantes de Foro copiado de la pagina del del excelentiximo ayuntamiento de Mingorria y de autor indicado al final de la página.
A DESTACAR. Al viajero debe sorprenderle grátamente llegar a Mingorría y descubrir aquí una antigua fábrica de chocolates, tal cual dejo de funcionar en 1970, después de haberlo hecho durante más de 150 años. La fábrica conserva intactas sus instalaciones y el coche-furgoneta comprado en 1934 para repartir (coche que se puede ver en la fotografía superior).

La Ruta. Desplazarse hasta Mingorría, como antiguamente hacían los escolares para admirar la gran casona que preside la plaza del pueblo es reencontrarse con un peculiar símbolo de industrialización del campo. Actualmente la fábrica "Marugán" está cerrada, pero se conserva en relativo buen estado y guarda toda la maquinaria que sirvió para la fabricación del chocolate.

Cómo llegar. Para acercarse a Mingorría basta ponerse en marcha por la carretera de Ávila-Vadadolid N-403, y en el centro del pueblo, en la Plaza de la Constitución, destaca sobremanera la antigua fábrica.

Qué ver. El singular edificio que fue una de las más importantes fábricas de chocolates de la mitad norte de la provincia. En su interior todavía se conservan íntegras las instalaciones primitivas que servían para la elaboración artesanal del chocolate, incluido el antiguo coche-furgoneta de reparto.

Aliciente. Descubrir en el medio rural tal y cual funcionaba antiguamente.

A un extremo de la plaza de Mingorría, a contrapunto e la iglesia perpendicular a la casa consistorial, se levanta un enorme caserón de dos plantas, el más grande de todo el pueblo. Es la fábrica de chocolates, construida en el año 1832 sobre una finca donde en alguna ocasión se cultivó el Azafrán. A un lado de la casona, tres contrafuertes de mampostería sostienen las gruesas paredes que soportan la cubierta de la casa, son los paredones que dan a la calle del Pozo y entre los cuales se puede descifrar el rótulo, ya casi borrado por la lluvia: "Chocolates Marugán". El edificio es hogar familiar y es fábrica, también cuenta con cuadras para las caballerizas, gallinero y una lagareta donde hacer el vino. en medio del corral, inmenso, un pozo.

El proceso de elaboración que caracterizaba la fabricación de este chocolate ha sido el mismo a lo largo de cien años. Durante todo este tiempo, un molino de piedra movido por una o dos mulas ha sido la única maquinaria con que se contaba, hasta que en 1925 se instaló un motor de gasolina, y en 1940 se sustituyó por maquinaria eléctrica.

El Chocolate "Marugán" solía venderse en Ávila, capital y provincia. Todos los viernes del año era cita obligada acudir a repartirlo a la capital, los demás días se iba de pueblo en pueblo hasta donde se podía ir y venir en una jornada. La distribución se hacía con las alforjas cargadas a lomos de un par de mulas. En la fábrica había cuatro mulas que se turnaban en dar vueltas alrededor del molino, yendo a repartir y descansando. Para llegar a los pueblos más lejanos se recorrían éstos previamente, incluso durante semanas, confeccionando una nota de pedidos que posteriormente se facturaría con destino a los comerciantes que lo solicitaban.

En 1925 Mariano Cuenca, que había estado trabajando casi ocho años en la fabrica de los Marugán, decide instalar otra fábrica de chocolate también en Mingorría. Se fue con él Florencio García, otro trabajador de los Marugán que llevaba 20 años en el oficio. Posteriormente, Florentino abrió otra fábrica por du propia cuenta.

En 1934 las mulas que transportaban el chocolate de pueblo a pueblo, fueron sustituidas por un coche-furgoneta de color rojo, marca Opel, matrícula AV-881. La distribución y el reparto fue mucho mas eficaz entonces. El precio de venta de las tabletas osciló en esta década entre los 50 céntimos y la peseta.

También en esta época se piensa en cambiar y modernizar la maquinaria. Para ello se estudian detenidamente los muestrarios y catálogos que mandan desde Barcelona y en 1936 casi se cierra el trato con los vendedores catalanes, pero estalló la guerra. El coche fue requisado, el cacao y el azúcar estaban racionados y dos hijos estaban en el Ejército. Hubo que esperar al final de la guerra para la instalación de la nueva maquinaria eléctrica; el coche, devuelto a sus dueños, será pintado de azul claro y en la plaza del pueblo volvía a oírse el sonar "Madrugan, tan, tan", que hacían las máquinas.

El trabajo artesanal de fabricación del chocolate era motivo suficiente para que acudieran numerosos visitantes curiosos. Solían venir los cadetes de la Academia de Intendencia de Ávila y, también, las alumnas del colegio abulense de Las Nieves. Como regalo un simpático lapicero de propaganda o una papelera, y siempre un trozo de Chocolate.

El chocolate que se hacía era un chocolate a la taza, de leche y almendras, un chocolate apreciado, cuyo sabor todavía se recuerda por quienes lo han probado.
Pero llegaron los años sesenta y la industria chocolatera que había proliferado excesivamente en toda España empezaba a resentirse, y las pequeñas industrias comenzaban a cerrar. Para los Marugán no hay perspectivas de continuidad. El negocio familiar se moría con la tercera generación cuando los dos hijos varones de la siguiente generación no llegan a trabajar nunca en la fábrica. Así pues, en el año 1970 se cierra.

Ahora sólo queda el recuerdo de aquellos aromas, de los bailes que se echaban en el portal, de las notas que tocaba Agapito Marazuela en las tardes de los inviernos de la posguerra, cuando se acercaba a este caserón animado por Antonio Marugán, al que le gustaba tocar la guitarra.

Todo permanece intacto, como si fuera ayer el último día trabajado. Parece estar listo para iniciar de nuevo la fabricación de aquel añorado chocolate que fue la merienda de todos los niños durante más de un siglo. Aún se conservan dos máquinas que están sin desembalar, una mesa para moldear y una moledora de almendras, como un mundo mágico, igual que el del cuento de la casita de chocolate. La fábrica de chocolate, inmensa, callada y muda sigue presidiendo la plaza. Al otro extremo, la iglesia mira de reojo.

Texto recopilado del libro:
"Rutas Mágicas por los Pueblos del Adaja" de Jesús M.ª J. Sanchidrián Gallego
(1931)
Recuerdo de niño el chocolate MARUGAN (Mingorria). lo compraba mi madre en Avila, años 50 y yo que he sido siempre muy goloso toto el chocolate me sabia bien. Naci y me crie en Berrocalejo de Aragona