LA COLILLA: Muchos somos los que antaño leímos el libro La provincia...

Muchos somos los que antaño leímos el libro La provincia de a Ávila en una parte se narraba Con el titulo de Serranillos "Pueblo sin hombres"

Serranillos
A través de La provincia de Ávila, libro de lecturas para la provincia, (un libro de lecturas para el colegio primario) que no faltaba en ninguna escuela de la época en los pueblos de la provincia de Ávila Quiliano Blanco narra la visita que una misión pedagógica de la Segunda República realizó al municipio abulense de Serranillos. Un pueblo de difícil acceso y escaso de posibilidades económicas, protagoniza uno de los capítulos del libro. Serranillos: pueblo sin hombres.
La historia de la localidad viene a raíz de que los hombres tenían que salir durante largos periodos de tiempo para trabajar, para poder sustentar a las familias. Cuando la misión llegó a Serranillos, solo encontraron mujeres y niños. Margarita Andiano, maestra, y Luis Cernuda, reconocido poeta de la Generación del 27, fueron integrantes de aquella expedición.
Serranillos pueblo sin hombres
Así es como titula el relato de la misión Luis Cernuda
Fragmento de dicho relato
Vamos subiendo de Navarrevisca a Serranillos por un sendero estrecho, pedregoso y difícil, de frente siempre a la sierra de Gredos, que escalamos metro a metro a cada paso de las caballerías. A la derecha el barranco profundo de su garganta; detrás, muy abajo, una cinta de bruma como un humillo tenue de invisibles chimeneas, señala el curso del Alberche, aprisionado entre cerros.
Camina delante el mulo de la impedimenta con el aparato de cine, el gramófono, los discos, los libros de la biblioteca, hincando seguro sus cascos en las piedras. Atrás, rezagada, viene Margarita Andino que harta de gritar azorada a cada tropiezo de su asnillo, se ha echado al suelo y sube a pie, con paso menudo y rápido, como una perdiz hostigada. Ríe y charla Margarita sin reposo, mientras Cernuda, el poeta, agarrado con ambas manos a la albarda de su jumento, mira a la cumbre que se nos acerca y el barranco que se va haciendo más hondo. Debe ir meditando el poema de la profundidad.
Un arriero, que viene en dirección contraria a la nuestra, acabó con la alegría de Margarita Andiano. El arriero complicaba las dificultades de aquel caminar, ya harto difícil, por el estrecho y pedregoso sendero. Y se quedó parada, midiendo con medrosidad la hondura del barranco. Fue el cruce un momento de emoción para todos; mas la mula del arriero se desvío hacia arriba del camino con la indiferencia y la seguridad de quien hace estas cosas a cada paso.
El arriero nos saluda con efusión simpática y nosotros volvimos a oír las risas y la charla de Margarita Andiano. Subíamos, subíamos, subíamos. La cumbre estaba ya allí, casi al alcance de la mano; a su lado, el boquerón de un puerto hacia más brava la cumbre. Y llegamos a Serranillos, más arriba de los mil metros, bastantes metros más arriba.
¡Qué amable pueblo es Serranillos! Los chicos no se separan ya de nosotros; preguntan, ríen, cantan. Preguntan con un tonillo que no es de aquí, de Castilla y que nos recuerda acaso Extremadura. Cantan unas canciones que no se oyen abajo, en el Valle del Alberche, ni al otro lado, en el Valle del Tormes. Como todas las canciones de estas sierras, las de Serranillos tienen reminiscencias galaicas; Son canciones de montaña, para dejarse oír en la montaña. A la noche la escuela se ha llenado de mujeres, muchas mujeres; campechanas mujeres que a los pocos minutos charlan con nosotros sin descanso.
Pero ¿y los hombres? ¿Dónde están que no vienen a la misión, los hombres de Serranillos?
A estas horas, como siempre, los hombres de Serranillos están en todos los caminos de España.


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