EL BARCO DE AVILA: Mi tierra es Avila y sin embargo le di la espalda a...

Mi tierra es Avila y sin embargo le di la espalda a mis raíces, ignore mis hábitos y los de los míos y cometí la locura de quedarme en Madrid. Ni pensé siquiera en los atascos que sufro durante cuarenta y tantos años. El caso es que una dama en aquellos años me acompañó a una sacristía y a firmar unos libros de familia que nos presento un funcionario del distrito de La Latina.

Nos procuramos un piso con nevera y todo, un trabajo, tuvimos dos hijos. Yo hablo poco con ella, sabrá que es sin duda es debido a que me contengo las ganas de llorar. Espero en vano otra sinfonia alegando cualquier circunstancia, incluso por culpa del trabajo para llegar tarde a casa.

Lo mío ha sido siempre el centro, es cierto, pero me di cuenta de que estaba atrapado, en un lugar del mapa en el que no había una sola inclemencia que no me resultase extrañamente apetecible, como ocurre con esos ásperos y dolorosos besos de mujer que dejan encariñados en tus labios el sabor a lo que no existe.

Averiguando en la penumbra casi arqueológica de Viaducto de mi prolongada abstinencia. es cierto que está junto a la Catedral de la Almudena y en un momento de mi vida en el que a veces tengo la sensación de que sólo en la amable humanidad tengo alguna posibilidad de reencontrarme con la contenida austeridad abulense, gracias a relacionarme con esa otra gente tan afectuosa como Gayo (que no Gallo) Emilio y Flores, que a mí hasta me parece que, en caso de que alguien me atracase, no les importaría compartir conmigo las horas en la comisaría de Carabanchel que se necesitan para poner la denuncia.

Yo he sido casi siempre un tipo contenido y solitario, un enamorado de la discreción y del silencio, y ahora me entristece la idea de no viajar al Barco de Avila a mi segunda residencia que es como una ciudad en pequeño fisiológica, terrenal y caliente en la que apenas cinco días me bastaran para darme cuenta de que hay gente que sólo se enfada para defender la amistad

Buenos Dias