Estaba el otro día en casa de mi hija cuando, al pie de la ventana de su habitación, vi la antigua maleta de mi padre, esa maleta de madera, marrón oscuro, que utilizaba en sus viajes a Francia. Aun conserva sus iniciales grabadas junto al asa. Hace ya tiempo que es mi hija quien guarda la maleta de mi padre. Ella, al igual que yo, tiene mucho apego a las raices, a no perder nunca de vista de dónde venimos, pues como la suelo decir muy a menudo, el futuro es el camino que se ve delante de nosotros, ... (ver texto completo)