CANDELEDA: REPORTAJE: MEMÓRIA HISTÓRICA...

REPORTAJE: MEMÓRIA HISTÓRICA
El alcalde reabre la herida
El regidor del PP de un pueblo de Ávila saca de su panteón los restos de 10 represaliados de la Guerra Civil para llevarlos a una fosa común
AITOR RIVEIRO 07/08/2011
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Ha costado décadas comenzar a cerrar las heridas que abrió la Guerra Civil y la posterior represión. El avance es demasiado lento para permitir frenazos, mucho menos retrocesos. Pero se producen. Una de esas heridas pareció cauterizarse en 2002; en la provincia de Ávila, en la curva del Esparragal, un paraje localizado en la Sierra de Gredos entre los pueblos de Candeleda y Poyales del Hoyo. En la noche del 29 de diciembre de 1936, tres mujeres fueron paseadas, ultrajadas y asesinadas allí. Sus cuerpos, abandonados primero y posteriormente sepultados en una fosa común en ese mismo lugar. Gracias al trabajo de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) y de otros foros, Virtudes de la Puente Pérez (ejecutada con 53 años), Pilar Espinosa Carrasco (43 años) y Valeriana Granada (26 años y embarazada de varios meses) fueron exhumadas y enterradas en una tumba del cementerio municipal de Poyales. No fue fácil. La entonces alcaldesa, Damiana González, del PP, se opuso a ceder un espacio en el cementerio. La historia que se relata en el pueblo cuenta que un antepasado suyo fue el ejecutor. O al menos se jactó de ello durante muchos años.

De la cuneta al cementerio tras 66 años
Más de 2.000 fosas comunes, solo 250 abiertas

Yash Paul Gosain, bisnieto de Virtudes de la Puente, junto a la tumba donde estaban enterrados los 10 asesinados antes de ser exhumados por el alcalde.- ULY MARTÍN
ARMH
(Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica)
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La Recuperación de la Memoria Histórica
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El monolito que recordaba a las tres represaliadas fue profanado la misma noche del 22-M

Finalmente, las presiones surtieron efecto y el Consistorio cedió un espacio en el camposanto. No hay documentos oficiales que lo acrediten, pero el acto tuvo una gran repercusión mediática. Incluso el The New York Times recogió el momento. Era la primera vez que un testigo directo de las ejecuciones asistía a una exhumación.

Obdulia murió hace dos años con la satisfacción de haber dado sepultura a su madre Virtudes tras décadas de convivir con sus asesinos y pasar al lado de donde intuía que estaba enterrada. Obdulia salvó la vida en aquella Navidad del 36 porque, en el último momento, los falangistas se apiadaron de ella y solo de ella: tenía 12 años, pero fue subida al mismo camión que las otras tres mujeres. Su nieto, Yash Paul Gosain (nacido en Reino Unido y residente temporal en España), rememora con los ojos húmedos las veces que llevó a su abuela desde Poyales a Candeleda y cómo la mujer se echaba a llorar cada vez que transitaban por la curva del Esparragal mientras musitaba: " ¿Dónde estás, dónde estás?".