Resulta así una girola de dos naves, rodeada de absidiolos o
capillas excavadas en el muro del cimorro, que abraza el majestuoso
edificio de la
capilla mayor. Según la leyenda, la sede episcopal abulense tiene un remoto origen relacionado con su primer obispo,
san Segundo, enviado a la península ya en el año 63 dC. para predicar el cristianismo.