Durante estas obras, impulsadas principalmente por el obispo Sancho Blázquez Dávila, también se remataron los muros con un cuerpo de ladrillo y el
tejado a dos
aguas que protegen las
bóvedas de
piedra, aunque quedó sin concluir la
torre derecha de la
fachada por falta de medios. La
catedral de
Ávila fue declarada
Monumento Histórico
Artístico el 31 de octubre de 1914.