iglesia de los jesuitas, TOLEDO

Los Jesuitas en Toledo
carranza-01-01. pngEn 1558 los jesuitas reciben el permiso del arzobispo Carranza para establecerse en la ciudad imperial con el deseo de fundar además, casa profesa por contar la ciudad con universidad. Tras ocupar dos meses el Colegio de Infantes y otras casas, se trasladaron finalmente a la plaza del Salvador donde situaron la casa profesa para una comunidad que crecía con 12 sacerdotes, 3 estudiantes y 7 hermanos coadjutores. y En 1583 abrieron un colegio, el de San Eugenio, regentado por 17 sacerdotes y hermanos coadjutores, en una casa alquilada en la calle hoy San Miguel de los Ángeles. Cuando iniciaron las clases, los alumnos eran 700. Pronto, el local del colegio de San Eugenio resultó insuficiente para la demanda de colegiales y fieles, por lo que decidieron comprar un nuevo solar más amplio y en lugar más tranquilo y apartado del bullicio comercial.
La casa de San Ildefonso
z_ildefonso-01. pngLa tradición había conservado el lugar en el que se situaban la casa natal del santo, que acogía el culto a través de una pequeña capilla que ya en el siglo XVI había quedado embutida dentro de las casas principales del quinto conde de Orgaz, don Juan Hurtado de Mendoza Rojas y Guzmán, quien las puso a la venta, comunicándoselo a su hermano jesuita. La Compañía de Jesús decide comprar este lugar en 1569 con el fin de construir una gran iglesia y casa profesa.
Don Pedro y doña Estefanía Manrique, dos hermanos piadosos
Las compras de solares para ampliar el de las casas iniciales adquiridas al conde de Orgaz, entre ellos el del Hospital de la Misericordia, que hubo de trasladarse para evitar quedarse sin el poco sol que tenía, fueron tan cuantiosas que agotaron el dinero disponible para la construcción. Providencialmente, dos piadosos hermanos, Don Pedro y doña Estefanía Manrique, vinieron a socorrer esta necesidad ofreciéndose como patronos con toda su herencia. Ambos solteros sin hijos, él caballero de la orden de Alcántara y gentilhombre de cámara de los reyes Felipe II y Felipe III, ella dama de la reina Isabel de Valois, mujer de Felipe II y después retirada a una vida de devoción y caridad.
Documento fundacional de don Pedro y doña Estefanía Manrique
“Por cuanto se tiene por tradición que el glorioso san Ildefonso, arzobispo y patrono de la ciudad nació en estas casas donde ahora hacemos esta fundación, y por la mucha devoción que nos, don Pedro y doña Estefanía Manrique tenemos a este glorioso santo, queremos y es nuestra voluntad que la advocación de la dicha iglesia, que así se ha de labrar, sea de este glorioso santo y que su imagen se ponga en el retablo del altar mayor en el lugar más principal”.
Las tumbas de los fundadores
escudo-01. pngBajo el altar mayor debía edificarse una bóveda para acoger los cuerpos de los hermanos fundadores y de sus padres y en el altar mayor dos arcosolios cobijarían sus figuras de bulto, arrodilladas en adoración hacia el altar, dos a cada lado, los hermanos y sus padres, don Gaspar Manrique, caballero de Santiago y doña Isabel de Castilla. Nada de esto se llevó a cabo por finalizarse la obra décadas más tarde, en un tiempo en el que estas formas ya no se usaban. Los cuerpos de los hermanos Manrique descansan no obstante, sobre las puertas de las capillas que flanquean el altar mayor a donde fueron trasladados desde la capilla primitiva sobre la casa de San Ildefonso en la que fueron enterrados inicialmente. Sus escudos, con las armas de los Manrique y los Castilla, se colocaron en las pechinas de la cúpula.
CONSAGRACIÓN Y CULTO
La primera misa
En 1718 pudo abrirse al culto la nave principal con sus capillas gracias a un muro de ladrillo provisional que se levantó al final de la nave para cerrar el espacio acabado a falta de culminar el crucero y cabecera. Detrás quedaba todavía en pie la primitiva capilla sobre la casa de san Ildefonso. El acontecimiento se celebró con cuatro días de fiestas y asistencia multitudinaria de fieles.
El final de la obra y el drama de la Expulsión
Finalmente, la obra fue culminada en 1765 bajo las órdenes del salmantino José Hernández Sierra, a quien debemos la obra del crucero, cúpula, capilla mayor, ochavo y sacristía. Dos años después los jesuitas son expulsados, por orden de Carlos III, de los territorios de la Monarquía (España y las Indias) y sus bienes incautados. La biblioteca pasará a la arzobispal y por un tiempo los locales del Colegio de San Eugenio serán ocupados por la Universidad de Toledo. Hacia 1820 se destinó en parte a casas de alquiler por cuenta del Santo Oficio y en parte a oficinas del Corregidor y de la Policía. A partir de 1836, fue exclusivamente dependencias estatales, llegando a denominar a la calle correspondiente: de las Oficinas. Finalmente ha pasado a ser sede de la Delegación de Hacienda en Toledo.
Regreso y presencia en el siglo XX
sancha-01. pngEl regreso de los jesuitas a Toledo se realizó en 1903 con el Beato Cardenal Sancha, que les permitió recuperar la iglesia de San Ildefonso y abrir una residencia en el lugar en que han estado hasta el año 2011, cuando debido a la falta de vocaciones han debido cerrar la casa y marchar a Madrid. En la actualidad, la Iglesia de San Ildefonso ha sido erigida como santuario diocesano de los Sagrados Corazones.