A los pelotas, aduladores, serviciales y a los esclavos del poder, que les mueve el afán de merodear en cuclillas, para ver si les dejan compartir el pesebre y el abrevadero con otros de su calaña. A esos que deambulan arrastrándose tras las pisadas del jerifalte de turno, va dedicado este cuento:
Hallábase Cornelio cenando unas costillas, cuando le vió Escipión que vivía confortablemente a base de adular al emperador.
Y le dijo Escipión: Si aprendieses a ser sumiso, no tendrías que comer esas ... (ver texto completo)
Hallábase Cornelio cenando unas costillas, cuando le vió Escipión que vivía confortablemente a base de adular al emperador.
Y le dijo Escipión: Si aprendieses a ser sumiso, no tendrías que comer esas ... (ver texto completo)