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VILLEL DE MESA

Crónica en el diario de Nueva Alcarria, viernes, 14 diciembre de 2007, pág. 45.

CONSTERNACIÓN POR LA MUERTE DEL EX ALCALDE CIRILO OCHOA.

LA COMARCA LE TRIBUTÓ UNA SENTIDA DESPEDIDA EN SU FUNERAL.

Cuando estaba preparando la crónica del mes de diciembre, y recordando como se celebran las fiestas de Navidad en la Capital del Valle, me llegó la noticia directamente de la familia, de que CIRILO OCHOA HERNÁNDEZ, había fallecido. Al día siguiente, martes día 2, a las 16 horas se celebró el funeral en la parroquia y a continuación recibió sepultura. Le acompañaron de distintos pueblos de la comarca, testimoniando el pésame a sus sobrinos y hermana Nicolasa.

Nunca hubiera pensado abrir una crónica con estos titulares que son muy distintos a los que las fiestas nos anuncian, pero ha dado lugar a ello debido a la persona que nos ha dejado en el silencio, con todo los recuerdos de su vida y que durante mas de noventa años ha sido un buen vecino y amigo.

Un buen jagador a la pelota de frontón, y de cartas, que hasta últimos días de agosto aún echaba la partida, siendo su última ilusión de la vida. Un buen alcalde en sus tiempos que veló por los intereses generales y durante toda su vida, sembrando con sus gestos muchas amistades. En sus tiempos jóvenes hasta su jubilación empleado en las eléctricas, puesto que heredó de su padre y como hombre honesto y reconocido durante muchos años fue el corresponsal de una entidad bancaria reconocida.

CIRILO ha dejado una gran sombra, de aquel árbol de su vida, en la que todos nos cubriremos en el silencio y seguiremos escuchando sus palabras, a veces historias de la vida y otras que servían de consejos.

Y cuando lleguen los días festivos de Navidad, pasaremos bajo las campanas de la iglesia y veremos la puerta de su vivienda cerrada. Las luces seguirán iluminando las calles y las plazas, un trabajo que CIRILO nos ha dejado realizado. Los días seguirán pasando y se hará presente en muchas tertulias de los compñaeros del juego al guiñote y subastado. Aquellos ratos, sentado en los poyos de la plaza junto con otros que tomaban el sol, ellos seguirán sintiendo su ausencia, recordando sus largas conversaciones mientras pasa el tiempo. Siempre hay una despedida, ¡hasta mañana, mañana seguiremos con otro tema!.

Que descanse en paz.