Nuestros camaradas italianos no nos hicieron caso. Creían que estaban en Abisinia y avanzaron, avanzaron por la carretera de Aragón, hacia Torija y Guadalajara, sin cuidarse de los flancos. Así llegaron hasta el pueblo de mi abuelo, Enrique Villar Encabo, TRIJUEQUE. Que era y es un hermoso lugar donde se celebraban las corridas de toros mas importantes de la comarca; pero en cuanto empezó la artillería roja, salieron espantados, no sé por qué, y abandonaron las docenas de huevos fritos que, como almuerzo, les prepararon en casa de mis parientes Leandra López y Nicolás Pajares que.e.p.de. ¿Viven aún mis lejanos primos Alejandrina y Pepito?.
Mis camaradas camisas negras de las divisiones Littorio y otras legendarias del C.te.V. "credere, obedire, combatere", sí se portaron bravamente en el Puerto del Escudo, en Málaga, y en el frente de Aragón; pero Trijueque, nuestra Alcarria, es una herida aún no restañada que a ellos y a mi nos duele.
Han pasado setenta años y ya no queda en nuestro corazón mas que el recuerdo piadoso de cuantos cayeron en este pueblo del que guardo su imagen de mi infancia en las fiestas del Cristo, en 12 de septiembre, de mis lejanos tíos Mariano, el esquilador, y Petra, su mujer cariñosa, de mi tía tres veces Luisa Toro, de Raquel y Justo, de tantas y tantas personas !mosqueros todos! que me hacían y hacen enorgullecerme y sentirme algo de ahí aunque sea madrileño. Fernando Villar y Villalobos.
Mis camaradas camisas negras de las divisiones Littorio y otras legendarias del C.te.V. "credere, obedire, combatere", sí se portaron bravamente en el Puerto del Escudo, en Málaga, y en el frente de Aragón; pero Trijueque, nuestra Alcarria, es una herida aún no restañada que a ellos y a mi nos duele.
Han pasado setenta años y ya no queda en nuestro corazón mas que el recuerdo piadoso de cuantos cayeron en este pueblo del que guardo su imagen de mi infancia en las fiestas del Cristo, en 12 de septiembre, de mis lejanos tíos Mariano, el esquilador, y Petra, su mujer cariñosa, de mi tía tres veces Luisa Toro, de Raquel y Justo, de tantas y tantas personas !mosqueros todos! que me hacían y hacen enorgullecerme y sentirme algo de ahí aunque sea madrileño. Fernando Villar y Villalobos.
