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CAMPILLO DE DUEÑAS: Hola Campillo: Tú eres mi pueblo. En tus calles aprendí...

Hola Campillo:
Tú eres mi pueblo. En tus calles aprendí a andar, a correr, a jugar al "marro" en la plaza, a bailar en los días de fiesta, a tocar las campanas (la Gorda, la mediana o Catalina, el Campano) en las solemnidades. Yo era monaguillo los domingos, cuando había que repartir en misa las migas del pan bendito y ofrecer el portapaz a cada feligrés, para que lo besara, a la vez que decíamos (sin saber lo que decíamos):"Pax tecum". Y, en los veranos, era también el monaguillo de de. Valentín Navío (siete campanadas para tocar a su misa).
Correrías a El Ojillo, al Prado Marojal, a Valdemaría..., a buscar nidos de urraca en primavera. Esperar las vacas en el invierno, o despedirlas cuando el tío Cirilo tocaba el cuerno (¡que bien sonaba la concha de caracol marino! u...) antes de ir a la escuela en los helados días de diciembre o enero...
Tú, Campillo de Dueñas, eres mi pueblo. Te he llevado en mi mente y en mi corazón por medio mundo... Y te sigo llevando. Y siempre que alguien me ha preguntado ¿De donde eres?, no he contestado con rodeos:
-De España..., de Guadalajara... O de Molina de Aragón... No, no...Al contrario, siempre he dicho directamente, decididamente, con orgullo:
-De Campillo de Dueñas.
-¿Y dónde esta "eso"? me decían...quizá con cierta displicencia...
-Pues es muy sencillo, les he contestado, con desparpajo:
-¡En el centro del mundo!...
Porque, por mucho que haya viajado (y he viajado mucho), por muchos lugares "importantes" que haya visitado (y he visitado muchos y muy lejanos lugares), por muchas maravillas que haya contemplado (y muchas son las que he visto)...tú, Campillo de Dueñas, mi querido pueblo natal, eres y serás, para nosotros los campillanos, el centro de nuestro particular mundo, de nuestro singular universo.
Hoy, mi querido pueblo, cuando voy a verte, cuando acaso paseo por tus calles y no soy reconocido, cuando contemplo embobado tantos detalles entrañables, tantos rincones conocidos, tantas pequeñas cosas, quizá insignificantes, que todavía están ahí desde aquellos tiempos lejanos de mi infancia…siento ese placer tan intimo de saber que hay un sitio en el mundo al que si pertenezco…Una referencia segura en este universo tan extenso y tan intrincado…en el que uno se pierde… y un sitio que, desde luego para mi, y pienso que para todos los campillanos…es el Centro del Mundo.