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VILLAREJO DE FUENTES: Y también hay que decir, que alguna noches, sobre todo...

Y también hay que decir, que alguna noches, sobre todo si la luna luce nueva y clara, hay ojos que ven sin ser vistos, y los dueños de estos, decían, a quienes querían escucharles, que la adivinadora, cuando el sol se ausentaba tras los cerros, se encerraba en su vivienda ante el espejo de su tocador y con cepillo, peine, perfume de hierbas mágicas, se retocaba el peinado y maquillaba elegantemente el rostro, después andando lentamente y mirando en todas direcciones, intentando no ser vista, se acercaba al brocal del pozo y asomada de medio cuerpo, miraba fijamente el fondo, y contemplaba extasiada el rielar de la luna sobre las quietas y cristalinas aguas, y tras unos minutos de silencio, que algunos dicen que rezaba a saber a que Dios o a que Diablo, comenzaba una charla, realmente más bien un monologo, dirigiéndose al pozo y sus aguas, los que la vieron aseguran que percibían el eco retumbante de su conversación, aunque ninguno, cosa rara, fue capaz de decir de que temas o asuntos hablaba, ni tampoco si el agujero fluvial le contestaba transmitiéndole consejos u ordenes.
De todo aquello, los mas sensatamente escépticos calificaban a estos comentaristas de fantasiosos, añadiendo algunos que el alcohol hace ver cosas aún peores, sin embargo, también había y eran mucho más las hembras cuajadas, que los machos hechos, cuya superstición los hacia crédulos de lo que escuchaban y además por su cuenta, casi todos añadían algo.
Pero nadie en ninguno de los dos pueblos pudo, por que no había motivo alguno, exponer en su ágoras queja alguna por mal comportamiento o daño de la mujer de que hablo, ni en el entorno del sacrosanto pozo, ni tampoco a fin de cuentas en nadie de los que secreta o abiertamente habían acudido a consejos y adivinanzas, incluso se pudo saber de la avenencia de algún matrimonio a punto de lanzarse los platos a la cabeza, que recuperaron sosiego por los consejos recibidos, ¡Ah.. aunque de esto ultimo nunca se supo si era ella o él quien acudió a la hechicera!.
Ni siquiera los párrocos de ambos pueblos tomaron cartas en el asunto, cosa que extrañó tanto a los cristianos viejos como a los tibios.
Y cosa igualmente rara en aquellas sociedades, hubo acuerdo unánime en que nada se le debía pedir ni expiación alguna imponer a quien nada malo había hecho, ni de forma personal ni a la colectividad.
Y pasó el tiempo, y trajo la apertura de una mutua confianza entre la pobladora del soto del pozo y todos los habitantes de ambos San Cucufate, de tal modo que cada vez que aparecía alguien con su cántaro botijo o envase similar, siempre había para él o ella una frase de cordialidad, de recomendación, de recordatorio, de adulación, incluso muchas de recriminación si por algún casual no pretendido había un olvido en corresponder a los cumplidos de la avecindada en el lugar del pozo, que casi.. casi … ya empezaban a considerarla la maga bienhechora de la comarca.
Todo se desarrollaba a las mil maravillas, hasta que mira que tontería; bien entrada una noche de luna llena, pero con algunas nubes trotonas que de cuando en cuando a su paso por delante del satélite amainaban su luz celestial, le dio por ir a llenar al pozo su cantimplora un zagal que pastoreaba el nutrido rebaño de ovejas del señor alcalde de uno de los dos San Cucufate, las abarcas que calzaba al pisar la mullida alfombra de gazón, no hacían ruido alguno, y en el preciso momento en que se acercó al brocal, Devineresse se hallaba doblada sobre el mismo con su torso reflejado sobre el fondo, cuando la luna emanaba mas claridad, en las tranquilas aguas, manteniendo un monólogo que al pastor, que durante su mili en Madrid había visto la película Blancanieves, aseguraba se parecía a lo que la madrastra le decía a su espejo mágico, pero claro, adaptado ahora a la situación concreta y resultando algo así como.:
¡Dime pozo de aguas mágicas!, ¿No es verdad que he sido llamada por la providencia para repartir mis sabios consejos, por lo que he de esperar de los pueblos y sus pobladores que me adoren y enaltezcan?, ¿No es verdad también que mi belleza hace feliz a cuantos varones me miran, aunque de los mismos guardo la distancia que me hace ser respetada?, ¿Eres tu foso milagroso, o es tu agua cristalina la creadora de este vergel que ahora me acoge?, ¿Será eterno o pasajero este derroche de dicha que me es permitido disfrutar y repartir felicidad?, ¿Volverá algún mal recuerdo o estos ya duermen en el olvido eterno? ….........
El pastor, persona de tan pocas palabras que hasta ahorraba los protocolarios saludos, además de no ver con claridad el cuerpo de la mujer sobre el brocal, tampoco intentó hacerse notar, de sus labios no salió ni siquiera unas “buenas noches”, se limitó. atar silenciosamente su cantimplora a la soga de la garrucha y lanzara al agua
Tampoco Devineresse se percató de la cercanía del mancebo.
Y ¡ZAS!, el chasquido de la cantimplora al estrellarse sobre la lámina de agua cristalina, formando el pequeño impacto unas ondas tras otras que distorsionaron los reflejos del cuerpo de la adivinadora, rompieron al unísono la magia del momento y el monólogo.
Devineresse quedó durante unos segundos anonadada, no comprendía que había sucedido, era cosa de alguna maldición oculta del lugar o por ventura un ser humano, sin piedad ni miramiento esta rompiendo el sosiego del momento, levantó su cuerpo apoyado en el pretil y buscó en la oscuridad el motivo de aquella desgracia, de aquel final de un estar y ser feliz, de una gloria deseada y casi alcanzada y ….. solo vio al mancebo, que elevaba sin prisas su cantimplora ya llena, la recogía, tapaba su boca con un viejo tapón de corcho, y se volvía por donde había llegado con el mismo silencio con que había venido, tan solo en ese momento se agudizaron los oídos de nuestra dama y a lo lejos se oyó el cascajoso tintineo de unos pequeños cencerros y el ladrar desesperado del perro del pastor, nervioso por mantener unido el rebaño y furioso por haberle dejado solo su amo.
De aquello afloró un primer pensamiento a la clarividente, quizá de algo tan cierto como absurdo.: El perro es el único ser, casi racional, que se siente feliz siendo fiel a su amo y perdona siempre ser abandonado.
La mujer, quedó de pie, seria, su rostro se convirtió en marmóreo, solo lo hacia humano el enrojecimiento que su faz estaba adquiriendo por momentos, hasta que …......... una tormenta interna de furia se desató en Devineresse, alguien había hundido su mundo, su futuro, su propio ser, ya no había sitio ni pensamiento ni para el pozo ni para los del pueblo, tenia que irse, ya no era nada, a lo sumo al día siguiente producto de chismes y comentarios, ya no podía acudir en monólogos suplicatorios al pozo de agua fresca y cristalina en busca de la magia que hechizara a sus vecinos.
De su boca, siempre mesurada, empezaron a salir mil imprecaciones, maldiciones e insultos colectivos, y allegada a su carromato unció los percherones, y buscó en los bajos del carro la gruesa barra de hierro que nunca supo que utilidad esperaba de ella, fuertemente asida con ambas manos volvió al pozo, y sacando fuerzas de la ira que la convulsionaba, comenzó el frenético trabajo de remover todas y cada una de las piedras de sillería con que romanos o moros o váyase a saber quien lo había construido, no se contentó ni quedó agotada toda su enérgica ira con el esfuerzo de volcar todo el brocal sobre el interior del pozo, si no que también y con grave riesgo de caer en su interior, removió e hizo caer al agua las primeras tramadas del meticuloso empedrado con que sus primitivos excavadores habían preservado la conservación de aquel bien.......
El nivel del agua fue absorbido por la hecatombe de las grandes piedras allí tiradas, y la pureza cristalina de la misma hollada por la tierra y escombros de siglos …...
Y aquella misma noche, sin elegir destino ni conocer nadie su ruta Devineresse desapareció.
Los comentarios de los vecinos de ambos pueblos fueron de toda índole, unos simplemente dijeron ¡Que desgracia!, otros ¡Esto era de esperar!, y algunos no dijeron nada pero pensaron que era mala cosa que aquella sabioncilla conociera sus actos y pensamientos más íntimos.
También había y no eran pocos precisamente, los que lamentaron la huida y dijeron para sus adentros ¡Que lastima este mujer con su buena palabrería sabia contentar a muchos.
Ha me olvida dejar dicho que al poco hubo quienes iniciaron la búsqueda para conocer el motivo del agravio, si lo hubo, y lavarlo si fuera menester, pero del resultado de esto ultimo no se nada.
Y al llegar aquí, el rugido campanil de un despertador malhadado, me sacó de mi profundo dormir y con el desperezo, se volatilizó el cuento.
Lástima, una vez más la LA VIDA ES SUEÑO o SOÑAR ES VIVIR.

FIN