Perdonac que le moleste, pero este año está a punto de acabar, que le quedan dos telediarios. Aunque como diga de aguantar imitando al etarra Bolinaga vamos a tener más dosmilcatorce que deudas contraídas. He de reconoceros que siempre me han gustado los números pares, pero este 2014 se lo envuelvo para regalo.
Qué queréis que os diga, no he llegado a tomarle cariño a este año. Han sido 365 días de demasiados embargos y míseras actuaciones. Alegrías pocas, llantos demasiados, enhorabuenas las justas, desgracias las que más. Buenas y malas venturas, experiencias de todo tipo. Ha sido un año fiel reflejo de la vida misma: un flujo de emociones, épocas de tranquilidad, momentos de nerviosismo, muestras de cariño, especulaciones varias, eyaculaciones las menos, accidentes muchos y no precisamente geográficos, incidentes, cumpleaños, duelos y misterios, aunque la gran mayoría de días han sido normales para muchos, y otros, los menos, con inevitables sobresaltos.
Ha sido el año de los prestamistas y usureros, de los golfos y los sobrados, de la subida de los inmorales, del hundimiento de los mayores. Ha sido un periodo en el que los parados de larga duración han permanecido en su estatus de alta desesperación. En el que las grandes fortunas han crecido como la espuma, en que España ha perdido resistencia de materiales y ha planeado sobre ella la aluminosis catalana que, llegado el caso, fracturaría los cimientos de nuestro país.
Ha sido un año de abdicaciones de Reyes, de infantas en bancada o de tonadilleras enceldadas. Ha sido un año en el que hemos visto con total normalidad que la gente salga en pelotas en la televisión, como un reality de La Cuatro. Que la chusma se pelee en directo en los mal llamados programas del corazón, como es Sálvame, que, por cierto, no comprendo cómo aún está en antena.
Ha sido un año en el que, por suerte, aún hemos leído, aún se piensa y aún se razona. En el que unos se aman y los menos se odian. En el que sigue habiendo envidiosos y putas por rastrojos. Ha sido un año de revueltas históricas. De luchas intestinas en la izquierda más radical. De autosuficiencia de la derecha, sumida en la melancolía que les da unos falsos versos. Para muchos ha sido un año de desfiles, pero cambiando las pasarelas por barrotes. Curioso a la par que gratificante. Se nos va un año en el que si pulsas cuatro letras en tu teclado del ordenador, de izquierda a derecha, te sale el ministro de educación más dañino de la democracia. Se nos va un año en que los asesinos abandonan sus celdas al encuentro de los suyos. Se nos va un año en el que el día de los inocentes se adelantó para las pobres criaturas de Pakistán asesinadas por los talibanes. El mundo se nos está yendo de las manos y la radicalización islamista es nuestra mayor amenaza.
Se nos acaba un año en el que una subinspectora de policía es asesinada haciendo su trabajo por un atracador al intentar liberar a unos rehenes, y cae en el más absoluto de los olvidos a las 24 horas y, sin embargo, no paran de hablar del pobre macarra violento hincha de fútbol al que le dieron estopa por ir precisamente a eso, a buscarla, a tempranas horas de la mañana.
Se nos va un año en el que un simple presidente de una autonomía como es el señor Mas se viene arriba y monta un pollo de tres pares de pelotas –siempre lo he dicho: el problema no es el tonto, sino los que apoyan y aplauden al tonto–. Dicen que es culto porque sabe idiomas. «Súbete el cuello y di que te han robao». Estamos en una España que aún no se ha quitado el moho de la transición.
Nos deja un año en el que hasta los fiscales dimiten por aburrimiento por el contiuno acoso y derribo sufrido por parte de la clase política mientras que los políticos –que por vergüenza deberían de dimitir–, son premiados con cargos y emolumentos. Un año en el que la ministra de Sanidad se llama Mato y la de Fomento, Pastor. Un año en que los socialistas eligen a un guaperas hervido siete minutos, que aún está al dente y dejando en ridículo a su partido cada dos por tres.
Amigos, España es una vergüenza de país. Y ahora llegan, el Clan Podemos, capitaneados por el Alejandro Magno de los escaños junto a su guardia pretoriana a hacernos creer que ellos son la solución. Ya veremos, dijo un ciego
En nuestro pueblo, un año sin noticias por destacar, Quizás sea esa la mejor noticia
No me mandes más jamones, tito, que tengo la despensa llena. Feliz San Silvestre queridos paisanos. Que tengáis una feliz Nochevieja y una sosegada entrada de año
Y un saludo para los amigos que escriben en este foro, Manuel, Juanito el Monaguillo, ABACO, Pablo, Guage, Toñin, y darle la bienvenida a Félix (el gato zurdo)
UNO MAS
Qué queréis que os diga, no he llegado a tomarle cariño a este año. Han sido 365 días de demasiados embargos y míseras actuaciones. Alegrías pocas, llantos demasiados, enhorabuenas las justas, desgracias las que más. Buenas y malas venturas, experiencias de todo tipo. Ha sido un año fiel reflejo de la vida misma: un flujo de emociones, épocas de tranquilidad, momentos de nerviosismo, muestras de cariño, especulaciones varias, eyaculaciones las menos, accidentes muchos y no precisamente geográficos, incidentes, cumpleaños, duelos y misterios, aunque la gran mayoría de días han sido normales para muchos, y otros, los menos, con inevitables sobresaltos.
Ha sido el año de los prestamistas y usureros, de los golfos y los sobrados, de la subida de los inmorales, del hundimiento de los mayores. Ha sido un periodo en el que los parados de larga duración han permanecido en su estatus de alta desesperación. En el que las grandes fortunas han crecido como la espuma, en que España ha perdido resistencia de materiales y ha planeado sobre ella la aluminosis catalana que, llegado el caso, fracturaría los cimientos de nuestro país.
Ha sido un año de abdicaciones de Reyes, de infantas en bancada o de tonadilleras enceldadas. Ha sido un año en el que hemos visto con total normalidad que la gente salga en pelotas en la televisión, como un reality de La Cuatro. Que la chusma se pelee en directo en los mal llamados programas del corazón, como es Sálvame, que, por cierto, no comprendo cómo aún está en antena.
Ha sido un año en el que, por suerte, aún hemos leído, aún se piensa y aún se razona. En el que unos se aman y los menos se odian. En el que sigue habiendo envidiosos y putas por rastrojos. Ha sido un año de revueltas históricas. De luchas intestinas en la izquierda más radical. De autosuficiencia de la derecha, sumida en la melancolía que les da unos falsos versos. Para muchos ha sido un año de desfiles, pero cambiando las pasarelas por barrotes. Curioso a la par que gratificante. Se nos va un año en el que si pulsas cuatro letras en tu teclado del ordenador, de izquierda a derecha, te sale el ministro de educación más dañino de la democracia. Se nos va un año en que los asesinos abandonan sus celdas al encuentro de los suyos. Se nos va un año en el que el día de los inocentes se adelantó para las pobres criaturas de Pakistán asesinadas por los talibanes. El mundo se nos está yendo de las manos y la radicalización islamista es nuestra mayor amenaza.
Se nos acaba un año en el que una subinspectora de policía es asesinada haciendo su trabajo por un atracador al intentar liberar a unos rehenes, y cae en el más absoluto de los olvidos a las 24 horas y, sin embargo, no paran de hablar del pobre macarra violento hincha de fútbol al que le dieron estopa por ir precisamente a eso, a buscarla, a tempranas horas de la mañana.
Se nos va un año en el que un simple presidente de una autonomía como es el señor Mas se viene arriba y monta un pollo de tres pares de pelotas –siempre lo he dicho: el problema no es el tonto, sino los que apoyan y aplauden al tonto–. Dicen que es culto porque sabe idiomas. «Súbete el cuello y di que te han robao». Estamos en una España que aún no se ha quitado el moho de la transición.
Nos deja un año en el que hasta los fiscales dimiten por aburrimiento por el contiuno acoso y derribo sufrido por parte de la clase política mientras que los políticos –que por vergüenza deberían de dimitir–, son premiados con cargos y emolumentos. Un año en el que la ministra de Sanidad se llama Mato y la de Fomento, Pastor. Un año en que los socialistas eligen a un guaperas hervido siete minutos, que aún está al dente y dejando en ridículo a su partido cada dos por tres.
Amigos, España es una vergüenza de país. Y ahora llegan, el Clan Podemos, capitaneados por el Alejandro Magno de los escaños junto a su guardia pretoriana a hacernos creer que ellos son la solución. Ya veremos, dijo un ciego
En nuestro pueblo, un año sin noticias por destacar, Quizás sea esa la mejor noticia
No me mandes más jamones, tito, que tengo la despensa llena. Feliz San Silvestre queridos paisanos. Que tengáis una feliz Nochevieja y una sosegada entrada de año
Y un saludo para los amigos que escriben en este foro, Manuel, Juanito el Monaguillo, ABACO, Pablo, Guage, Toñin, y darle la bienvenida a Félix (el gato zurdo)
UNO MAS