Hola amigos del foro.
Aunque ya e escrito en alguna ocasión sobre el tema, cuando llegan tiempos electorales. Hay una imagen de mi infancia que, entre otras muchas, tengo grabada y que de vez en cuando acude a mi memoria.
Me refiero al charlatán. Con esta denominación sería suficiente pero añadiendo 'de feria' se le identifica mejor. Porque no me refiero a esas personas a quienes les gusta hablar y lo hacen de una manera continua con cualquiera que se encuentran y enfrentándose a cualquier tema. Cuando vemos a algún conocido del que nos constan estas características, si todavía estamos a tiempo de no haber sido descubiertos, cruzamos rápidamente de acera para no tener que soportar su incontinencia verbal. Normalmente nuestro reflejos son menos rápidos que los suyos y hay que aguantar el chaparrón de su verborrea.
- ¡Hombre!, ayer mismo me acorde de ti porque resulta que……- Habla solo él y si intentas intervenir en lo que se supone conversación o diálogo, apenas te dejara iniciar una frase para retomar la palabra con un argumento nuevo.
Cuando el amigo da por terminado su monólogo y nos amenaza con 'a ver si nos vemos para charlar un rato', montamos en el coche, ponemos la radio y nos encontramos con que se está celebrando lo que llaman una tertulia. Con muy pocas excepciones el caso se repite. Los que se llaman tertulianos son señoras y señores que, sea el que sea el tema abordado, saben de él todo lo habido y por haber. Se apartan entre sí la palabra unos de otros para exponer sus ideas, opinan ex cátedra y no se consigue terminar ninguna exposición porque otro del grupo, en su afán por ganarse el sueldo a base de hablar, no deja terminar a su compañero.
Me estoy acercando a los cerros de Úbeda porque yo quería hablar de los charlatanes de feria y estos, casi siempre, no pasan de ser meros imitadores por lo que de vacío tienen sus palabras.
Recuerdo al charlatán quede vez en cuando acudía al pueblo con un camión (no muy grande y bastante destartalado.) a pregonar y vender sus mercancías, se colocaba por la plaza del Eruelo o la puerta de la iglesia y desde el mismo camión con la puerta de atrás abierta a grande voces intentaba atraer y convencer a las gentes del pueblo de lo magníficos y baratos que eran sus productos. Me atraía su facilidad de palabra y cómo convencía a las personas que le rodeaban.
‘ ¿Qué traigo hoy para la distinguida y fiel clientela? Si la semana pasada ofrecía colchas de raso, el de hoy es un magnífico lote de mantas … ‘lo más adecuado para que el marido y la mujer pasen una noche caliente’ (y guiñaba un ojo o lanzaba una sonrisa maliciosa a alguna mujer del grupo que se ruborizaba) ‘y con el lote de estas buenísimas mantas un magnífico juego de tocador compuesto por cepillo y peine de auténtico nácar, irrompible’, (lo doblaba y lo retorcía para demostrar la fortaleza del material) ‘y para él estas extraordinarias cuchillas de afeitar con las que dejará su cara tan suave como el culito de un niño’. Y continuaba conformando el lote de la oferta: ‘No lo voy a vender por cien, ni por noventa, ni por ochenta. Si les dijera a ustedes que todos estos productos se los ofrezco por cincuenta pesetas me los quitarían de las manos. Aparta niño, échate a un lado, que no dejas ver a la distinguida clientela. Pero no, porque yo no pretendo hacerme rico, sino que ustedes disfruten con la calidad de todos estos productos que, aunque valen muchísimo más -cuánto daría usted, caballero?- (consultaba a alguien de los que tenia cerca que por algún comentario echo durante la charla todo el lote le parecía una ganga y el le respondía con una exageración 'trescientas pesetas por lo menos' y se dedicaba a intensificar entre el corro todas las cualidades de la oferta), este caballero sabe apreciar el valor de lo bueno, pues como les decía no por cincuenta, ni por cuarenta, sino veinticinco, tan sólo veinticinco pesetas para los tres primeros que digan para mí y me den los cinco duritos (. los tres mas lanzados Cogían el lote y el Charlatán cambiaba algunos artículos de menor calidad para la siguiente ganga) ‘A los siguientes les cobrare la insignificante cantidad de setenta y cinco pesetas lo que supone un ahorro de casi quinientas si lo compraran en un comercio. Y sin la garantía, además, que yo les ofrezco porque son de una acreditada marca, en Villanueva y La Perpleja me los quitan de las manos Haber quien es el afortunado que se lo lleva
Se me quedó el soniquete de aquel personaje y sus expresiones y ahora me ha venido a la memoria cuando los candidatos se han liado a hacer ofrecimientos en el mercadillo electoral: 'A quien me vote, no ya todo lo que prometí hace cuatro sino mucho más, ahora dinero para alquilar pisos, el AVE con parada en todos los pueblos y aldeas, dos mil quinientos euros para los recién nacidos que si os parece poco lo reconsideraremos, chequeos bucodentales para los niños y sus acompañantes y caramelos para que se le estropee la dentadura y tengan que volver -je, je, es broma- y pasar de curso con cuatro suspensos y pisos, que no falten los pisos que hay de sobra, y de propina cuatrocientos euros -échate a un lado mileurista que no va contigo y no dejas ver a los distinguidos contribuyentes- ganga que no creo que se pueda superar pero busquen y comparen y si encuentran algo mejor díganoslo para superarlo'.
Es a lo que me suenan las ofertas electorales, a charlatanes de feria, que no deja de ser una forma de ganarse la vida pero que únicamente tratan de vender artículos defectuosos y por lo tanto sin valor alguno.
Un abrazo a los amigos de este foro, de ahora y de siempre.
Juan.
Aunque ya e escrito en alguna ocasión sobre el tema, cuando llegan tiempos electorales. Hay una imagen de mi infancia que, entre otras muchas, tengo grabada y que de vez en cuando acude a mi memoria.
Me refiero al charlatán. Con esta denominación sería suficiente pero añadiendo 'de feria' se le identifica mejor. Porque no me refiero a esas personas a quienes les gusta hablar y lo hacen de una manera continua con cualquiera que se encuentran y enfrentándose a cualquier tema. Cuando vemos a algún conocido del que nos constan estas características, si todavía estamos a tiempo de no haber sido descubiertos, cruzamos rápidamente de acera para no tener que soportar su incontinencia verbal. Normalmente nuestro reflejos son menos rápidos que los suyos y hay que aguantar el chaparrón de su verborrea.
- ¡Hombre!, ayer mismo me acorde de ti porque resulta que……- Habla solo él y si intentas intervenir en lo que se supone conversación o diálogo, apenas te dejara iniciar una frase para retomar la palabra con un argumento nuevo.
Cuando el amigo da por terminado su monólogo y nos amenaza con 'a ver si nos vemos para charlar un rato', montamos en el coche, ponemos la radio y nos encontramos con que se está celebrando lo que llaman una tertulia. Con muy pocas excepciones el caso se repite. Los que se llaman tertulianos son señoras y señores que, sea el que sea el tema abordado, saben de él todo lo habido y por haber. Se apartan entre sí la palabra unos de otros para exponer sus ideas, opinan ex cátedra y no se consigue terminar ninguna exposición porque otro del grupo, en su afán por ganarse el sueldo a base de hablar, no deja terminar a su compañero.
Me estoy acercando a los cerros de Úbeda porque yo quería hablar de los charlatanes de feria y estos, casi siempre, no pasan de ser meros imitadores por lo que de vacío tienen sus palabras.
Recuerdo al charlatán quede vez en cuando acudía al pueblo con un camión (no muy grande y bastante destartalado.) a pregonar y vender sus mercancías, se colocaba por la plaza del Eruelo o la puerta de la iglesia y desde el mismo camión con la puerta de atrás abierta a grande voces intentaba atraer y convencer a las gentes del pueblo de lo magníficos y baratos que eran sus productos. Me atraía su facilidad de palabra y cómo convencía a las personas que le rodeaban.
‘ ¿Qué traigo hoy para la distinguida y fiel clientela? Si la semana pasada ofrecía colchas de raso, el de hoy es un magnífico lote de mantas … ‘lo más adecuado para que el marido y la mujer pasen una noche caliente’ (y guiñaba un ojo o lanzaba una sonrisa maliciosa a alguna mujer del grupo que se ruborizaba) ‘y con el lote de estas buenísimas mantas un magnífico juego de tocador compuesto por cepillo y peine de auténtico nácar, irrompible’, (lo doblaba y lo retorcía para demostrar la fortaleza del material) ‘y para él estas extraordinarias cuchillas de afeitar con las que dejará su cara tan suave como el culito de un niño’. Y continuaba conformando el lote de la oferta: ‘No lo voy a vender por cien, ni por noventa, ni por ochenta. Si les dijera a ustedes que todos estos productos se los ofrezco por cincuenta pesetas me los quitarían de las manos. Aparta niño, échate a un lado, que no dejas ver a la distinguida clientela. Pero no, porque yo no pretendo hacerme rico, sino que ustedes disfruten con la calidad de todos estos productos que, aunque valen muchísimo más -cuánto daría usted, caballero?- (consultaba a alguien de los que tenia cerca que por algún comentario echo durante la charla todo el lote le parecía una ganga y el le respondía con una exageración 'trescientas pesetas por lo menos' y se dedicaba a intensificar entre el corro todas las cualidades de la oferta), este caballero sabe apreciar el valor de lo bueno, pues como les decía no por cincuenta, ni por cuarenta, sino veinticinco, tan sólo veinticinco pesetas para los tres primeros que digan para mí y me den los cinco duritos (. los tres mas lanzados Cogían el lote y el Charlatán cambiaba algunos artículos de menor calidad para la siguiente ganga) ‘A los siguientes les cobrare la insignificante cantidad de setenta y cinco pesetas lo que supone un ahorro de casi quinientas si lo compraran en un comercio. Y sin la garantía, además, que yo les ofrezco porque son de una acreditada marca, en Villanueva y La Perpleja me los quitan de las manos Haber quien es el afortunado que se lo lleva
Se me quedó el soniquete de aquel personaje y sus expresiones y ahora me ha venido a la memoria cuando los candidatos se han liado a hacer ofrecimientos en el mercadillo electoral: 'A quien me vote, no ya todo lo que prometí hace cuatro sino mucho más, ahora dinero para alquilar pisos, el AVE con parada en todos los pueblos y aldeas, dos mil quinientos euros para los recién nacidos que si os parece poco lo reconsideraremos, chequeos bucodentales para los niños y sus acompañantes y caramelos para que se le estropee la dentadura y tengan que volver -je, je, es broma- y pasar de curso con cuatro suspensos y pisos, que no falten los pisos que hay de sobra, y de propina cuatrocientos euros -échate a un lado mileurista que no va contigo y no dejas ver a los distinguidos contribuyentes- ganga que no creo que se pueda superar pero busquen y comparen y si encuentran algo mejor díganoslo para superarlo'.
Es a lo que me suenan las ofertas electorales, a charlatanes de feria, que no deja de ser una forma de ganarse la vida pero que únicamente tratan de vender artículos defectuosos y por lo tanto sin valor alguno.
Un abrazo a los amigos de este foro, de ahora y de siempre.
Juan.
