Buenos días a todos,
Sólo pasé en el pueblo, como os dije, unas horas. Las suficientes para gozar de la lluvia intensa y constante que tanto bien hará en las cosechas y en las reservas de agua. Mereció la pena salir (aunque con el coche) para observar el cambio de aspecto de nuestros campos. Ahora sí que podrían pastar a sus anchas los corderillos como dice Toñín, pero no los ví. Lo que sí ví fue el color verde musgo de las siembras que resaltaban sobre los cerrillos en los que ya se asoman los tomillos y romeros en flor.
Es de esperar que esta agua caída del cielo (nunca mejor dicho por la falta que hacía), hará milagros en los árboles que ya se han plantado a lo largo de una de las salidas del pueblo (la que sale a la carretera de Cuevas). Y digo milagros, porque al parecer más que árboles parecen bonsáis por su tamaño, pero, en fin, algo es algo. Sólo habrá que esperar varios años para que consigan ofrecernos su sombra en las tardes de paseo.
Falta la segunda remesa para plantar a lo largo del camino del cementerio. Confiemos que éstos tengan un empaque mayor.
También pasé por la nueva carretera a Villarejo. Este asfalto tiene mejor pinta que el de la carretera de Bólliga que ya presenta casi más parches que los que tenía antes de arreglarla. Las chapuzas, ya sabéis, que lejos de superar parece que siguen formando parte de nuestra manera de hacer.
De cualquier modo, hay que celebrar que este año cumplió el refrán “Abril, aguas mil” y que ya podemos probar ese manjar exquisito que son las collejas. ¡Lo que yo daría por estar esta semana en el pueblo para ir a buscarlas!.
Feliz semana a todos y a empezar a preparar esas gargantas para celebrar los mayos. Zoqueta
Sólo pasé en el pueblo, como os dije, unas horas. Las suficientes para gozar de la lluvia intensa y constante que tanto bien hará en las cosechas y en las reservas de agua. Mereció la pena salir (aunque con el coche) para observar el cambio de aspecto de nuestros campos. Ahora sí que podrían pastar a sus anchas los corderillos como dice Toñín, pero no los ví. Lo que sí ví fue el color verde musgo de las siembras que resaltaban sobre los cerrillos en los que ya se asoman los tomillos y romeros en flor.
Es de esperar que esta agua caída del cielo (nunca mejor dicho por la falta que hacía), hará milagros en los árboles que ya se han plantado a lo largo de una de las salidas del pueblo (la que sale a la carretera de Cuevas). Y digo milagros, porque al parecer más que árboles parecen bonsáis por su tamaño, pero, en fin, algo es algo. Sólo habrá que esperar varios años para que consigan ofrecernos su sombra en las tardes de paseo.
Falta la segunda remesa para plantar a lo largo del camino del cementerio. Confiemos que éstos tengan un empaque mayor.
También pasé por la nueva carretera a Villarejo. Este asfalto tiene mejor pinta que el de la carretera de Bólliga que ya presenta casi más parches que los que tenía antes de arreglarla. Las chapuzas, ya sabéis, que lejos de superar parece que siguen formando parte de nuestra manera de hacer.
De cualquier modo, hay que celebrar que este año cumplió el refrán “Abril, aguas mil” y que ya podemos probar ese manjar exquisito que son las collejas. ¡Lo que yo daría por estar esta semana en el pueblo para ir a buscarlas!.
Feliz semana a todos y a empezar a preparar esas gargantas para celebrar los mayos. Zoqueta