Mis queridos TERTULIANOS, llevo unos días sin saber nada de vosotros, pues no se cual será el motivo, pero de todas formas pienso que un buen COCIDO en estas fechas no sienta nada mal.
Os acodais de aquellos "somarros" en la ascuas de la lumbre que buenos estaban con una buena cebolleta y como no con un buen trago de vino de la tierra.
Un abrazo
Zafrilla
Dice un refrán castellano muy antiguo:
“ De noche todos los gatos son pardos ”
Esto viene bien para comenzar una pequeña historia que quiero contaros y que hace ya mucho tiempo que me ocurrió y sin embargo todavía hoy permanece fresco el recuerdo en mi MEMORIA al haber sido yo el protagonista de ella.
A veces pienso en esta facultad de la MEMORIA, y me asombro de su capacidad y el tiempo que es capaz de guardar las vivencias y luego cuando las distancia en el tiempo es muy larga el pensamiento las evoca y las trae, ellas se presentan tal y cual la llegamos a vivir en tal o en cual momento de nuestra vida, te doy gracias Dios mío por ello, que haríamos si esta facultad de la memoria nos faltara, porque hasta los pajarillos no carecen de ella, si no pregunto yo: ¿Cómo volverían ellos a sus nidos?.
Esto que quiero contaros tuvo lugar en una pequeña aldea llamada Haro, propiedad de Don Ramón Lodares y de Doña Consuelo Hurtado Lodares, (es su casa serví yo de labrador tres años 2 en la aldea y uno en el pueblo, antes de ir a la mili) fue un ocho de diciembre fiesta de la Purísima Concepción, aquella mañana me dirigía yo hacia dicha aldea, porque aquel día me tocaba estar de cuartelero, costumbre esta entre los labradores de casa grande de nuestra amada Castilla la Mancha, la cual consistía en pasturear las mulas y sacarlas por el día a que bebieran agua y estar al cuidado de ellas ya que por la noche había un gañan de edad avanzada que se cuidaba de estos menesteres, el cual se conocía como El Cuadrero.
Pero por el día este hombre “el cuadrero” quedaba relevado o (liberado) de estas funciones ya que la noche se la pasaba en vela, pues aquella mañana del ocho de diciembre como o decía salía yo de mi querido pueblo Belmonte, porque me había venido la tarde anterior de la aldea, y a esa edad de los diecisiete años que poca pereza se tiene y si había alguna moza por medio, vamos es que ni te lo pensabas dos veces. Aquel día ocho de diciembre, me tocaba a mi, de cuartelero, pues esto iba por turno y éramos en total de unos diez los gañanes que nos tocaba estos menesteres y rotábamos, cada domingo o fiesta nos tocaba a uno el quedarse a hacer el CUARTEL.
Por estas fechas en las tierras Manchegas hace bastante frio, pero el ánimo estaba fuerte y me gustaba pedalear la bicicleta que una vez que te calentabas él frio se te iba y a mas la carretera de Belmonte en dirección a Cuenca, que es la que yo cogía para llegar a la finca, aldea (o alquería) como más os guste tiene mucha cuesta-arriba y esto te hacia pedalear con gana casi siempre, pues todos aquellos que hayan hecho el mismo trayecto saben que les digo verdad.
Lo que yo trató de daros a conocer (nunca aburriros, NO es esta mi intención) en esta historia que más que una historieta fue una vivencia que pudo tener unas consecuencias trágicas las cuales no se produjeron y todo quedo en un susto, pero seguiremos con el relato, aquella mañana salí a las cinco, después de que mi MADRE me prepararse en casa una yema con dos huevos y un buen chorro de vino tintorro, pues esto iba muy bien por las mañanas, a las cinco y media pasaba por el pueblo de Villaescusa de HARO, y todavía no se movían ni los gallos, algún que otro perro callejero oí ladrar pero ensimismado en el pedaleo de mi bicicleta ni cuenta me di, pues todavía traía fresca la vivencia en mi imaginación de la noche anterior, con que poco se conformaban entonces los muchachos, con tocar la mano y poco más, en esto nunca fui de los adelantados. Nunca fue un mata corazones, pero como dice en la tierra. PARA CADA ALBARCA HAY SU PEAL, JA, JA, JA, TODO SE PEGA MENOS LA HERMOSURA este ja, ja, ja, en copia de mi amada amiga MILAGROS.
Ya sabéis después de salir de Villaescusa de Haro, viene la cuesta de los Escurrizos pero se subía bastante bien, una vez que la rebasamos viene un llano y después nos encontramos en el descenso de la Nava, pues por aquí pasaba a las seis menos cuarto y también oí como ladraban los perros de los porches DE GIRO, y los de Casa Blanca, pero estos ladrido estaban lejos de la carretera y yo iba a lo mío, tampoco me encontré con mucha gente, solamente me encontré con un pastor que al llegar a su altura me dijo que si llevaba fuego pues entonces, joven yo cuando venia al pueblo siempre compraba un paquete de cigarrillos que por cierto todavía me acuerdo de los famosos IDEALES, que así es como se llamaban, luego se los daba al Sr. Cuadrero, porque era poco fumador solamente era dominguero, pues como os voy contado este buen hombre que me pidió fuego era el pastor de la Sierra de la Villa que había venido a por suministro y era de Villaescusa de Haro
Fuimos hablando un rato y al decirle de quien era me dijo que conocía a mi padre, por aquel entones mi padre y mi hermano estaban en las LOMAS DE FUENTELESPINO DE HARO, mi padre era el Mayoral, pues me dijo que como yo no había cogido la misma carrera que ellos, pues yo le dije que me gustaba ser mas labrador, luego nos despedimos muy amablemente, el cogió el camino y un servidor siguió por la carretera.
Pues yo me había quedado un poco frio y empecé a pedalear con ganas hasta que culmine la cuesta de la Nava, he inicie el descenso de la cuesta de la Herradura, hasta llegar al rio Záncara que pasa tranquilo por el pie de la cuesta, aquí se produce una pequeña cañada hasta que viene la cuesta de Villar de la Encina, y Villar Gordo del Marquesado. Hoy también sale una carretera para Carrascosa de Haro.
Aquí me desvié para coger la carreterilla que conduce a la aldea de Haro, dejando la carretera que nos llevaría de seguirla a Cuenca, en este cruce se encontraban el Molino de Catapún, entonces molía y algunos labriegos llegaban con sus burros cargados de costales de cebada para moler a aquellas horas tan intempestivas de la mañana, pues solían madrugar bastante para que les diera tiempo de hacer la gestión y volver en el día, solían venir a moler, de Carrascosa de Haro, de Villar de la Encina, Villar Gordo, y algún que otro de Alconchel de la Estrella.
Pues ya me adentraba en la carreterilla, he iba contento y bastante animado también hay una buena cuestas donde se encuentra ubicado el Castillo de Haro, el que mandara construir Don Luis de Haro, dicen que aquí hubo una pequeña población pero con el tiempo no quedan mas que ruinas, pero una vez llegas a la cima de la cuesta te encuentras allí a los lejos la finca de Haro, propiedad esta que era de los señores ya mencionados.
****************************** ***********
ANÉCDOTA: Iniciaba yo el descenso de la cuesta que hay antes de llegar a la finca cuando de pronto oigo el ladrido de los mastines, pero cual fue mi sorpresa que los vi venir por la carretera corriendo hacia mí, la primera idea fue bajarme de la bicicleta y ponérmela delante a la manera de escudo protector, pues cuando llegaron a mi altura ladrando, creí que había llegado mi fin, pues el Tremendo, que era de color negro dio un bocado a la rueda y el otro que venia un poco mas retrasado ya que era mas viejo, también vino hacia mi con iguales intenciones de morderme, entonces yo les decía los que en estos casos suele decirse a los perros con ganas de espantarlos PICHO. PICHO, PICHO, pero ni por esas, ellos con ganas de quererme morder seguían insistiendo con ganas de hacerme mal.
Fue un momento de verdadera tensión y al mismo tiempo de pánico auque en estas circunstancias uno reacciona de la manera que puede o sabe, pero como os digo a fuerza de tanto decirles PICHO, PICHO, PICHO, ellos desistieron en su acometida y yo me libre de aquel mal momento que de haber seguido no sé que pudiera haber pasado.
Hoy lo traigo a la memoria y le doy vida, a aquel acontecimiento, jamás lo olvidare aquel memorable día ocho de diciembre, DIA de la PURÍSIMA CONCEPCIÓN. Pues esta vivencia os la quiero contar mis queridos TERTULIANOS, una para que la sepáis y que quede constancia de ella y otra es para probarme a mi mismo la capacidad que tuviera para contar estas pequeñas anécdotas que de no contarlas nadie la sabría y es bueno que contemos estas pequeñas vivencias que siempre son motivo de entretenimiento y dejar constancia de que todos los refranes que el pueblo sencillo ha ido elaborando a través de los tiempos todos encierran una lección, y acabo igual que comencé el relato:
“ De noche todos los gatos son pardos”
Pues hay que joderse como decía el Tío Porras de mi pueblo con el pan que yo les había echado a este par de MASTINES y que en un momento tenían que haberme reconocido no lo hicieron.
Pues eso de que por el pan baila el perro, según se mire yo tengo mis dudas.
del poeta de Belmonte
Os acodais de aquellos "somarros" en la ascuas de la lumbre que buenos estaban con una buena cebolleta y como no con un buen trago de vino de la tierra.
Un abrazo
Zafrilla
Dice un refrán castellano muy antiguo:
“ De noche todos los gatos son pardos ”
Esto viene bien para comenzar una pequeña historia que quiero contaros y que hace ya mucho tiempo que me ocurrió y sin embargo todavía hoy permanece fresco el recuerdo en mi MEMORIA al haber sido yo el protagonista de ella.
A veces pienso en esta facultad de la MEMORIA, y me asombro de su capacidad y el tiempo que es capaz de guardar las vivencias y luego cuando las distancia en el tiempo es muy larga el pensamiento las evoca y las trae, ellas se presentan tal y cual la llegamos a vivir en tal o en cual momento de nuestra vida, te doy gracias Dios mío por ello, que haríamos si esta facultad de la memoria nos faltara, porque hasta los pajarillos no carecen de ella, si no pregunto yo: ¿Cómo volverían ellos a sus nidos?.
Esto que quiero contaros tuvo lugar en una pequeña aldea llamada Haro, propiedad de Don Ramón Lodares y de Doña Consuelo Hurtado Lodares, (es su casa serví yo de labrador tres años 2 en la aldea y uno en el pueblo, antes de ir a la mili) fue un ocho de diciembre fiesta de la Purísima Concepción, aquella mañana me dirigía yo hacia dicha aldea, porque aquel día me tocaba estar de cuartelero, costumbre esta entre los labradores de casa grande de nuestra amada Castilla la Mancha, la cual consistía en pasturear las mulas y sacarlas por el día a que bebieran agua y estar al cuidado de ellas ya que por la noche había un gañan de edad avanzada que se cuidaba de estos menesteres, el cual se conocía como El Cuadrero.
Pero por el día este hombre “el cuadrero” quedaba relevado o (liberado) de estas funciones ya que la noche se la pasaba en vela, pues aquella mañana del ocho de diciembre como o decía salía yo de mi querido pueblo Belmonte, porque me había venido la tarde anterior de la aldea, y a esa edad de los diecisiete años que poca pereza se tiene y si había alguna moza por medio, vamos es que ni te lo pensabas dos veces. Aquel día ocho de diciembre, me tocaba a mi, de cuartelero, pues esto iba por turno y éramos en total de unos diez los gañanes que nos tocaba estos menesteres y rotábamos, cada domingo o fiesta nos tocaba a uno el quedarse a hacer el CUARTEL.
Por estas fechas en las tierras Manchegas hace bastante frio, pero el ánimo estaba fuerte y me gustaba pedalear la bicicleta que una vez que te calentabas él frio se te iba y a mas la carretera de Belmonte en dirección a Cuenca, que es la que yo cogía para llegar a la finca, aldea (o alquería) como más os guste tiene mucha cuesta-arriba y esto te hacia pedalear con gana casi siempre, pues todos aquellos que hayan hecho el mismo trayecto saben que les digo verdad.
Lo que yo trató de daros a conocer (nunca aburriros, NO es esta mi intención) en esta historia que más que una historieta fue una vivencia que pudo tener unas consecuencias trágicas las cuales no se produjeron y todo quedo en un susto, pero seguiremos con el relato, aquella mañana salí a las cinco, después de que mi MADRE me prepararse en casa una yema con dos huevos y un buen chorro de vino tintorro, pues esto iba muy bien por las mañanas, a las cinco y media pasaba por el pueblo de Villaescusa de HARO, y todavía no se movían ni los gallos, algún que otro perro callejero oí ladrar pero ensimismado en el pedaleo de mi bicicleta ni cuenta me di, pues todavía traía fresca la vivencia en mi imaginación de la noche anterior, con que poco se conformaban entonces los muchachos, con tocar la mano y poco más, en esto nunca fui de los adelantados. Nunca fue un mata corazones, pero como dice en la tierra. PARA CADA ALBARCA HAY SU PEAL, JA, JA, JA, TODO SE PEGA MENOS LA HERMOSURA este ja, ja, ja, en copia de mi amada amiga MILAGROS.
Ya sabéis después de salir de Villaescusa de Haro, viene la cuesta de los Escurrizos pero se subía bastante bien, una vez que la rebasamos viene un llano y después nos encontramos en el descenso de la Nava, pues por aquí pasaba a las seis menos cuarto y también oí como ladraban los perros de los porches DE GIRO, y los de Casa Blanca, pero estos ladrido estaban lejos de la carretera y yo iba a lo mío, tampoco me encontré con mucha gente, solamente me encontré con un pastor que al llegar a su altura me dijo que si llevaba fuego pues entonces, joven yo cuando venia al pueblo siempre compraba un paquete de cigarrillos que por cierto todavía me acuerdo de los famosos IDEALES, que así es como se llamaban, luego se los daba al Sr. Cuadrero, porque era poco fumador solamente era dominguero, pues como os voy contado este buen hombre que me pidió fuego era el pastor de la Sierra de la Villa que había venido a por suministro y era de Villaescusa de Haro
Fuimos hablando un rato y al decirle de quien era me dijo que conocía a mi padre, por aquel entones mi padre y mi hermano estaban en las LOMAS DE FUENTELESPINO DE HARO, mi padre era el Mayoral, pues me dijo que como yo no había cogido la misma carrera que ellos, pues yo le dije que me gustaba ser mas labrador, luego nos despedimos muy amablemente, el cogió el camino y un servidor siguió por la carretera.
Pues yo me había quedado un poco frio y empecé a pedalear con ganas hasta que culmine la cuesta de la Nava, he inicie el descenso de la cuesta de la Herradura, hasta llegar al rio Záncara que pasa tranquilo por el pie de la cuesta, aquí se produce una pequeña cañada hasta que viene la cuesta de Villar de la Encina, y Villar Gordo del Marquesado. Hoy también sale una carretera para Carrascosa de Haro.
Aquí me desvié para coger la carreterilla que conduce a la aldea de Haro, dejando la carretera que nos llevaría de seguirla a Cuenca, en este cruce se encontraban el Molino de Catapún, entonces molía y algunos labriegos llegaban con sus burros cargados de costales de cebada para moler a aquellas horas tan intempestivas de la mañana, pues solían madrugar bastante para que les diera tiempo de hacer la gestión y volver en el día, solían venir a moler, de Carrascosa de Haro, de Villar de la Encina, Villar Gordo, y algún que otro de Alconchel de la Estrella.
Pues ya me adentraba en la carreterilla, he iba contento y bastante animado también hay una buena cuestas donde se encuentra ubicado el Castillo de Haro, el que mandara construir Don Luis de Haro, dicen que aquí hubo una pequeña población pero con el tiempo no quedan mas que ruinas, pero una vez llegas a la cima de la cuesta te encuentras allí a los lejos la finca de Haro, propiedad esta que era de los señores ya mencionados.
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ANÉCDOTA: Iniciaba yo el descenso de la cuesta que hay antes de llegar a la finca cuando de pronto oigo el ladrido de los mastines, pero cual fue mi sorpresa que los vi venir por la carretera corriendo hacia mí, la primera idea fue bajarme de la bicicleta y ponérmela delante a la manera de escudo protector, pues cuando llegaron a mi altura ladrando, creí que había llegado mi fin, pues el Tremendo, que era de color negro dio un bocado a la rueda y el otro que venia un poco mas retrasado ya que era mas viejo, también vino hacia mi con iguales intenciones de morderme, entonces yo les decía los que en estos casos suele decirse a los perros con ganas de espantarlos PICHO. PICHO, PICHO, pero ni por esas, ellos con ganas de quererme morder seguían insistiendo con ganas de hacerme mal.
Fue un momento de verdadera tensión y al mismo tiempo de pánico auque en estas circunstancias uno reacciona de la manera que puede o sabe, pero como os digo a fuerza de tanto decirles PICHO, PICHO, PICHO, ellos desistieron en su acometida y yo me libre de aquel mal momento que de haber seguido no sé que pudiera haber pasado.
Hoy lo traigo a la memoria y le doy vida, a aquel acontecimiento, jamás lo olvidare aquel memorable día ocho de diciembre, DIA de la PURÍSIMA CONCEPCIÓN. Pues esta vivencia os la quiero contar mis queridos TERTULIANOS, una para que la sepáis y que quede constancia de ella y otra es para probarme a mi mismo la capacidad que tuviera para contar estas pequeñas anécdotas que de no contarlas nadie la sabría y es bueno que contemos estas pequeñas vivencias que siempre son motivo de entretenimiento y dejar constancia de que todos los refranes que el pueblo sencillo ha ido elaborando a través de los tiempos todos encierran una lección, y acabo igual que comencé el relato:
“ De noche todos los gatos son pardos”
Pues hay que joderse como decía el Tío Porras de mi pueblo con el pan que yo les había echado a este par de MASTINES y que en un momento tenían que haberme reconocido no lo hicieron.
Pues eso de que por el pan baila el perro, según se mire yo tengo mis dudas.
del poeta de Belmonte
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