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BELMONTE: a. El sello de la boca prohíbe toda palabra nociva,...

a. El sello de la boca prohíbe toda palabra nociva, así como también comer todo lo que ensucie la boca, como la carne, la sangre y el alcohol. Aquí encontramos un eco lejano tanto de las palabras hoy proscritas por ser tachadas de machistas, racistas u «homófobas», como del vegetarianismo actual.
b. El sello de las manos prohíbe absolutamente dar muerte a cualquier semejante. Aquí se halla un eco lejano del pacifismo contemporáneo con su contradictoria oposición a la legitimidad de la guerra justa y de la pena de muerte para un asesino justamente juzgado (como la Iglesia enseñó siempre8), mientras glorifica el aborto para niños inocentes e indefensos y la eutanasia.
c. El sello del seno prohíbe mantener relaciones sexuales para evitar la propagación del mal al traer nuevos hombres a este mundo tenebroso y encadenar así a la materia las almas de la luz. Aquí se encuentra un eco lejano de la mentalidad antinatalista actual. 9
La estrechez de la moral maniquea lleva a que sus adeptos se dividan en dos categorías ¿Cuales son?
A) los elegidos; b) los oyentes. Los oyentes no cumplían todas las prescripciones del maniqueísmo y estaban al servicio de los elegidos, que en el rebrote de gnosticismo medieval se denominarán «los puros», es decir, cátaros. A estos elegidos les estaba permitido participar en algunos de los ritos religiosos de los oyentes, pero en otros no. Ahora bien, su servicio a los elegidos y a la iglesia maniquea les convertía en piezas claves: el don, esto es, el servicio y la hospitalidad, forman parte esencial de su camino de liberación.
La solemnidad principal de los maniqueos era la celebración del «Bema» en los últimos días de febrero y principios de marzo. Dicho vocablo significa «tribuna de orador» y se utilizaba para designar un estrado con cinco escalones, que se colocaban en el centro la sala. Los cinco escalones eran símbolo del camino que libera a las almas de la materia, como una escala de acceso al reino de la luz. Las distintas corrientes ideológicas del transhumanismo10 tienen muchos elementos en común con el dualismo maniqueo, y esos cinco escalones pueden también analizarse en paralelo con el recorrido legislativo de cara a su plena y definitiva implantación: a) divorcio; b) aborto; c) ideología de género; d) eutanasia; d) transhumanismo. En esta fiesta, Bema, se recordaba la pasión de Mani, llamada por los maniqueos «crucifixión», y era el día del perdón de los pecados. Ese día significaba también el triunfo de quienes habían llegado a la puerta de la luz, se trataba de algo similar a una pascua maniquea.
Los escritos de Mani son numerosos y su difusión fue considerable, a pesar de ello, el rechazo que sufrieron por parte de los cristianos ha hecho que solo hayan llegado hasta nosotros fragmentos de sus obras. En primer lugar, el bloque de los siete libros conocidos como Heptateuco, compuesto por: El Evangelio viviente, El gran Evangelio, el Tesoro de la vida, o de los vivientes, el Libro de los Secretos o de los Misterios, Leyendas, El Libro de los Gigantes, Cartas, el Libro de los Salmos y Oraciones. A estos siete se añaden dos más: Sabrubagam, donde Mani expone a Sapur I las líneas esenciales de su doctrina, e Imagen, del que solo se poseen indicios. Además de sus dotes literarias, Mani poseía grandes dotes artísticas como dibujante y creador de símbolos para ilustrar sus doctrinas11. Todo esto, junto con su fuerte impulso proselitista, su rigorismo moral y la aparente facilidad de ofrecer una explicación de la existencia del mal con su simplista esquema de términos opuestos12, hizo que el maniqueísmo gozase de una gran difusión: llego hasta Mesopotamia, Siria, Egipto, las Galias, Hispania, los Balcanes, Persia y los confines de China.
El atractivo del maniqueísmo fue muy grande, ¿por qué llegó a atraer a espíritus de tanto vigor intelectual como el de San Agustín?
El santo de Hipona se convenció de la importancia de la filosofía con la lectura de Hortensio de Cicerón, libro que le produjo una honda impresión de la problemática filosófica que ya no le abandonaría hasta el fin de sus días13. Entonces buscó en las Sagradas Escrituras respuestas a los distintos problemas filosóficos, pero el texto de la Biblia le pareció pueril, frustrando así su primer contacto con el cristianismo. Por lo que se dispuso, lleno de entusiasmo, a encontrar la verdad en la secta maniquea.
¿Cuál fue la reacción de la Iglesia contra el maniqueísmo?
Numerosos Padres de la Iglesia reaccionaron con firmeza frente al maniqueísmo, entre ellos San Cirilo de Jerusalén, Afraates, y San Efrén en Oriente; y en Occidente San Ambrosio, San Agustín y San León Magno. Los Padres Griegos combatieron el gnosticismo de un modo especialmente inteligente, desde San Ireneo en siglo II, hasta el siglo IV. En San Ireneo, uno de los primeros fundadores de la teología dogmática en Oriente, se opone la fe a la iluminación especial de los gnósticos, la pistis a la gnosis. Es un momento especialmente importante de vuelta a la seguridad de la Tradición revelada en la continuidad de la Iglesia, amenazada seriamente por el movimiento gnóstico14. Por otra parte, Clemente de Alejandría, que murió a inicios del siglo III, escribió los Stromata, una obra ecléctica llena de ideas filosóficas griegas. Valora de un modo enorme la razón y la filosofía, tendiendo a una comprensión del conocimiento verdaderamente cristiana, es decir, subordinada a la fe revelada, que es el criterio supremo de verdad, y la filosofía como una etapa previa y necesaria para llegar a ese saber más alto que ninguno. Es lo que en el siglo XIII Santo Tomás de Aquino llamaba preambula fidei15.
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El más genial y también el más extenso de todos ellos es, sin duda, San Agustín, por su gran penetración intelectual y porque conoció a los maniqueos muy de cerca, pues durante un tiempo él también fue maniqueo, convirtiéndose al catolicismo gracias a los sermones de San Ambrosio sobre el Hexameron16. El mismo San Agustín describe a los maniqueos sin melindres: «Vine a dar con unos hombres que deliraban soberbiamente, carnales y habladores en demasía, en cuya boca había lazos diabólicos y una liga viscosa hecha con las palabras de tu nombre, del de Nuestro Señor Jesucristo y del de nuestro Paráclito y Consolador, el Espíritu Santo. Estos nombres no se apartaban de su boca, pero solo en el sonido y ruido de su boca, pues en lo demás, su corazón estaba vacío de toda verdad»17.
Háblenos de la experiencia maniquea y teorización antimaniquea agustiniana.
Los escritos antimaniqueos de San Agustín son fundamentales para conocer las doctrinas maniqueas tal y como se difundieron en el norte de África y en Italia. El santo de Hipona comenzó su lucha contra el maniqueísmo en el 388, escribiendo en Roma dos libros titulados Sobre las costumbres de la Iglesia Católica y las costumbres de los maniqueos, en los que compara ambos modos de vida, y prosiguió en Tagaste, probablemente el 389, con los dos libros Del Génesis contra los maniqueos. En el 392 escribe su Libro sobre las dos almas, contra una de las tesis fundamentales de la antropología maniquea según la cual habría en el hombre dos almas: a) una infundida por el principio bueno; b) otra infundida por el principio malo. En las Actas contra el maniqueo Fortunato, se recoge la discusión de San Agustín con Fortunato mantenida en Hipona en el 392. También en del mismo año es su Libro contra Adimanto, discípulo de Mani, donde San Agustín rechaza el dualismo que pretendían establecer contraponiendo el Nuevo al Antiguo Testamento. En los primeros años de su episcopado, San Agustín escribió una importante refutación de un catecismo maniqueo titulado Fundamentos. Esta refutación es conocida con el título: Contra la carta de Mani a la que llaman «Fundamentos»; en ella advierte que los maniqueos carecen por completo del derecho a llamarse cristianos.
En los Treinta y tres libros contra el maniqueo Fausto, escritos entre el 397-398, San Agustín vuelve a reivindicar la unidad de los dos Testamentos. En el 399 escribe el libro Sobre la naturaleza del bien, en el que va al fondo metafísico de la cuestión maniquea, esto es, la naturaleza y el origen del mal, realizando dos afirmaciones clave:
a. Todo lo que existe es bueno.
b. El mal no es una entidad positiva, sino carencia de bien18.

Paco