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Rastrojo

El “Rastrojo”, es un pedazo de tierra que ha sido segado, y sacado los haces y que la gente podía entrar a espigar (Recoger la espiga que había quedado por el suelo), en algunos pueblos de la Mancha se formaban cuadrillas de espigadoras/res que las conducía el guarda forestal y a este grupo se le llamaba DULA.

La historia que reflejaremos en este escrito es la de unas familias de segadores que llegaron de la Mancha profunda a la finca de don Francisco para segar, pues llegaron por la tarde y a última hora ó hora vespertina, pues no les dio tiempo nada más que para llegar a la rocha que tenían que segar.

Al llegar a la rocha ó (pedazo) que tenían que segar los más jóvenes se pusieron a segar el espacio de tierra donde ubicarían el campamento, que se componía de cuatro tartanas con sus cuatro animales dos buras y dos machos que eran los que habían tirado de las tartanas donde venían las familias de segadores, una de las segadoras traía un niño pequeño para el cual le traía un niñera que era la que se cuidaría del niño mientras la madre segaba.

Al poco tiempo de llegar a la rocha o (pedazo), y haber abierto espacio para dejar las tartanas las mujeres se pusieron a preparar la cena y como habían estado todo el día de viaje quisieron hacer unas patatas con caldo y con conejo para que no fuese comer otra vez de fiambres. Pues los segadores se distribuyeron por familias y prepararon el rancho y después se dispusieron a cenar, por cierto el postre de aquella noche fue un pepino.

Después de cenar hicieron sus camas allanando la tierra para estar más cómodos, los hombres antes de acostarse liaron sus cigarros y una vez terminados los apagaron y se fueron a donde habían hecho la cama, donde darían unas cabezadas hasta la mañana siguiente.

A la mañana siguiente se levantaron temprano y comenzaron a segar, pues una pareja de jóvenes iniciaron el corte para abrir la carillena donde los demás segadores irían depositando sus manas. Pues hacia una buena mañana y la mies estaba relentosa.

En la cuadrilla iba un capataz que era el encargado de ir marcando los tiempo de siega y de descaso era un hombre afable y experimentado de otros años, pues solía ayudar a los que se quedaban distanciados de los demás.