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BELMONTE: No hay bien que por mal no venga...

No hay bien que por mal no venga

Esta podría ser una frase de esas que alguna personas utilizan cuando no ven salida a lo que esta oyendo “ Esta es la pescadilla que se come la cola”. El pasar de lo manual a lo mecánico trajo muchos sin sabores en los pueblos, donde un servidor nació y se crio no paso desapercibido porque allí también se noto el cambio.

Y es que este cambio produjo mucho sobrante de mano de obra y la juventud tuvo que buscarse otra salida y se marcho del pueblo en busca de ocupación a la grandes capitales que fueron en aquel tiempo las que absorbieron el gran sobrante de la mano de obra, y que esta pasaría a engrosar las filas de grandes empresas que se habían creado el gobierno con este fin.

La gente se fue al Norte y al Este que venían desarrollando nuevas tecnologías como la automoción, manufacturación y las grandes construcciones, y esto fue un respiro para toda la juventud que habíamos salido de los pueblos, pero hemos de decir que esto fue un golpe psicológico a la juventud que lo acuso bastante mal, pero que lo supero porque a esa edad parece que no pesan las cosas, pero nos acortaron la vista, porque estábamos hechos a ver largas distancias, como amanecía y se ponía el Sol.

Al llegar a la capital y sin tener familia ni conocer a nadie, nos vaciaron del autobús o tren y tuvimos que buscar alojamiento, y esto nos costo, fuimos a casas particulares por mediación de otros jóvenes que había llegado antes, pues esto fue un calvario porque tenias la habitación pero nada más para dormir, en las casas por aquel entonces no tenían bañera y teniamos que ir los sábados a las duchas públicas y tenias que pagar a parte lo que te hicieses hasta un botes que te cosieran esto para los jóvenes que veníamos de los pueblos fue un hándicap, aquí no estaba la madre.

Las grandes empresas tenían establecido tres turnos de trabajo mañana, tarde y noche pero aunque esta tenía un plus no estábamos hechos atrabajar de noche, pero a todo se acostumbra uno. Claro que en estas empresas eras un número y el ambiente era como el de la mili, aquí los mandos conocían bien el reglamento de ordeno y mando.

A esa edad a quien no le gusta ir al baile los domingos, pero ya sabias lo que te tocaba si no preparabas el bocadillo de la mañana siguiente no almorzabas, también tenias que saber que a las diez de la noche cerraban los bares, y si no te dabas prisas al salir del baile y dejar la conocida tenias que tirar de lo que te habías preparado para el día siguiente, todo una odisea.

Así fuimos madurando hasta que pudimos ahorrar para dar la entrada de un piso y vino el respiro por un lado y por el otro el ahogo de las letras que te venían todos los meses y que había que pagarlas.

Nadie da nada de balde, todo sale de nuestras costilla sino tienes unos padres que te cubran o recibas alguna herencia. Así hubo mucha gente y familias enteras que inmigraron a otras ciudades en busca de mejor vida, lo que ahora vemos de la gente que llegan a nuestras costas y que vienen de otros países sin nada fijo y la mar por el medio esto es peor.